Mostrando entradas con la etiqueta toponimia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta toponimia. Mostrar todas las entradas

15 agosto 2010

Post scriptum. Prensa, humor y confusiones toponímicas


Un mes y medio después de haber escrito su comentario sobre las confusiones toponímicas, en el que ponía en entredicho la deontología periodística, llega a conocimiento del transeúnte a través de Le Courrier des Balkans una evidencia que, si no fuera porque afecta a un hecho trágico (el terremoto de Haití, en enero de este año) –e incluso a pesar de ello– debería convertirse en paradigmático de las malas prácticas de la profesión y de la falta de rigor de agencias de prensa y medios, que divulgan noticias sin contrastar su veracidad.

En su edición del 20 de enero de 2010, la web satírica en rumano Trombon publicaba la increíble noticia titulada “Romania a tramis ajutoare in Tahiti” (‘Rumanía ha enviado ayuda a Tahití’, ver aquí), firmada por Ionut –Ionut Fortea, uno de los redactores de la publicación en línea–, que reproducimos traducida:

"En Tahití se produjo ayer un incidente cómico, cuando un batallón de tropas de montaña de Rumanía provocó hilaridad en la paradisíaca isla de la Polinesia Francesa.

Debido a una lamentable confusión del Ministerio de Defensa, se cambió el destino de la ayuda para las víctimas del terremoto de Haití, de modo que un batallón de tropas de montaña y 2000 toneladas de alimentos, agua, mantas y medicamentos fueron enviados en dirección totalmente opuesta, es decir, a la isla de Tahití, situada en el Pacífico Sur.

'Me dicen que no hay necesidad de convertir esto en un espectáculo. Quiero decir que hay nombres que se parecen mucho: Haití, Tahití, Mahití, Papití [por Papeete], y ¡vaya mierda!, suenan igual', afirmó el ministro de Defensa, Gabriel Oprea, a times.ro.”

Ni siquiera la foto trucada (cosa que resulta muy evidente y que el transeúnte reproduce al comienzo de este Post scriptum) hizo sospechar a algunos medios de comunicación que se trataba de una broma de mal gusto. La “noticia” se propagó por casi todo el mundo, y hasta se hizo eco de ella el Canal+ francés de televisión, cuyo programa Édition spéciale bromeó sobre la incompetencia de las autoridades rumanas, pese a que el semanario Courrier International ya había advertido de su probable falsedad.

Y para muestra, otros tres botones: un video del canal de televisión mexicano Televisa (aquí), otro del canal boliviano eju.tv (aquí) y el de otra cadena televisiva hispana que se encuentra en Youtube (aquí). Una sencilla comprobación de la fuente de la información, cuya línea editorial es clara y utiliza, para más inri, la supuesta agencia times.ro, que imita astutamente el estilo periodístico del diario británico The Times, habría bastado, por lo menos, para levantar sospechas.

La escasa formación de las nuevas generaciones de periodistas parece no tener remedio. Ayer mismo, la versión digital del prestigioso diario barcelonés La Vanguardia informaba sobre el incendio que destruyó más de 1100 hectáreas en el municipio de Barjas, en la provincia de León: en el titular, la localidad castellanoleonesa aparecía con el nombre de la madrileña Barajas, error que no fue corregido pese a los diversos comentarios de los lectores. Alegarán, quizá, que la mitad de la plantilla estaba de vacaciones, o culparán de ello a un infeliz becario…

¿Ver para creer o leer la prensa para no creer? He aquí la cuestión.

Foto: Trombon / times.co.

29 junio 2010

[Marginalia] Confusiones toponímicas

Uno de los mundos imposibles del artista neerlandés
M. C. Escher (1898-1972).


Es frecuente que muchas personas confundan, por cierta afinidad fonética, los nombres de algunos países: así, Letonia se confunde a menudo con Lituania, Eslovenia con Eslovaquia, Irlanda con Islandia, Paraguay con Uruguay… En función del nivel de conocimientos, sobre todo geográficos, podríamos considerar estas confusiones simples faltas de información. Sin embargo, al transeúnte le parece inquietante que se produzcan, como ocurre con excesiva frecuencia, en los medios de comunicación (prensa, radio, televisión): ya no se trata de conocimientos ni de información, sino simple y llanamente de la escasa formación de los profesionales mediáticos, que ni tan siquiera revisan sus textos ni verifican los datos que aportan antes de darlos por buenos para su publicación. Añádase a ello la práctica desaparición del filtro que antes suponían los correctores: la era de la informática somete la corrección de los textos a un simple software, que no interpreta, sino que, a lo mucho, detecta errores ortográficos.


Resulta preocupante la negligencia con que algunos medios lanzan su “producto” al mercado. El transeúnte acaba de descubrir uno de esos errores flagrantes (que debieran avergonzar tanto al redactor como al medio que los difunde) en un diario de prestigio: El Universal de Caracas, que ya ha cumplido 101 años de existencia. En un breve tomado de la agencia de prensa alemana DPA titulado “Murió el escritor vanguardista austriaco Andreas Okopenko” da cuenta, en su edición del lunes 28 de junio, del fallecimiento en Viena, el día anterior, del escritor Andreas Okopenko, nacido en Košice (entonces Checoslovaquia, hoy Eslovaquia) el 15 de marzo de 1930. Y aquí es donde radica el problema, porque en el texto que aparece en El Universal se lee textualmente: “Nacido en Eslovenia [sic!], Okopenko alcanzó un gran éxito con su Lexikon-Roman (1970), con el que buscó romper las convenciones literarias de su tiempo”. Eslovaquia y Eslovenia están separadas por Austria y Hungría, y sólo las une el hecho de ser ambos países eslavos y, si acaso, la relativa semejanza de sus banderas.


Y ya que hablamos de Okopenko, digamos que era hijo de un médico ucraniano, que su madre era austriaca y que su familia se estableció en Viena en 1939, por lo que adoptó la nacionalidad austriaca. Estudió química, trabajó en la industria e inició su carrera literaria, como prosista y poeta, en 1950, aunque no empezó a darse a conocer como escritor hasta la segunda mitad de la década de 1960. Su obra, aunque breve, obtuvo varios reconocimientos, entre los que destacan el Premio Literario de la Ciudad de Viena (1983), el Gran Premio del Estado Austriaco (1998) y el prestigioso Georg-Trakl-Preis (2002).


Contrastar la información ha sido siempre uno de los preceptos esenciales del periodismo y debería continuar siendo, por respeto a los lectores, una regla de obligado cumplimiento: los directores de los medios son, quiéranlo o no, responsables de la desinformación.