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23 febrero 2010

Más sobre el trasiego de muertos

El transeúnte ya se ha referido en esta bitácora (ved aquí) al tétrico trasiego de muertos y a las intenciones (frustradas, hasta ahora) del presidente francés Nicolas Sarkozy de trasladar los despojos de Albert Camus al Panthéon des grands hommes de París con motivo del 50.º aniversario de su muerte. (Fijaos en el matiz machista de la denominación del templo de la grandeur: nadie ha tenido, que se sepa, la idea de cambiarla por la de Panthéon des grandes personnalités, pongamos por caso, una idea seguramente más sensata que la de trasladar allí restos humanos…)

Diversas personas del mundo de la cultura y numerosos medios de comunicación franceses e internacionales se han hecho eco del caso y de las opiniones sobre la conveniencia de tener a Camus entre las celebridades dignas de aquel templo laico y republicano. [1]

Por un lado, Jeanyves Guérin, profesor de la Sorbona y autor del Dictionnaire Albert Camus [2] manifestaba en Le Nouvel Observateur que “Sarkozy es amigo de Bush, Gaddafi, Putin y Berlusconi, y que su política está en las antípodas de los valores y las concepciones que defiende Camus”; y el periodista Michel Soudais consideraba en su blog que la pretensión de Sarkozy no sólo suponía una “profanación obscena”, sino que representaba una herejía hacia un hombre que, en vida, se había mantenido al margen de las “glorias literarias”, había rechazado distinciones y había manifestado su negativa a “dejarse transformar en estatua”.

Por otro lado, el filósofo Raphaël Enthoven se preguntaba en L’Express por qué había que privar a Camus de aquello a que habían tenido derecho Rousseau, Voltaire, Hugo y Zola, y coincidía con el realizador de cine Yann Moix, quien manifestaba en la revista La règle du jeu, quizá con una pizca de ironía, que el Panthéon es “la Academia Francesa de las personas muertas”, y que Camus era “bastante académico” y estaba “bastante muerto como para descansar allí”; y no le bastó esta boutade, sino que añadió que “su obra, grande, bella y noble no contiene dinamita” y que, por tanto, “Camus no es un autor peligroso”.

En medio de este tedioso embrollo se alzaba la voz del líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen, quien acusaba a Sarkozy de electoralismo y aún más: de pretender robar votos a su Frente Nacional apropiándose, con objetivos partidistas, de la figura de Camus.

En estos momentos, la cuestión aún no está resuelta, aunque parece que monsieur Sarkozy está dispuesto a renunciar a su “sueño”, sobre todo porque el hijo de Camus, Jean, hace uso de su “derecho moral” para impedir que los restos del escritor sean desenterrados; su hermana Catherine, en cambio, no ha aludido a este derecho, “se lo está pensando” desde noviembre, y no le parece ni bien ni mal que su padre sea panthéonisé, según manifestó personalmente al presidente de la República.

Ahora, Chopin

Pero hete aquí que la cuestión vuelve a estar de actualidad, ya que monsieur Alain Duault (escritor, musicólogo y animador de programas musicales en la televisión francesa), comisario por parte de Francia del Año Chopin, que se celebra este 2010 en Polonia y Francia con motivo del segundo centenario del nacimiento de uno de los más altos representantes del romanticismo musical, ha propuesto al presidente Sarkozy que los despojos del gran músico polaco de ascendencia francesa, que reposan en el cementerio parisiense de Père Lachaise, sean trasladados con todos los honores al Panthéon des grands hommes.

Monsieur Duault publicó la carta que dirigió al presidente de la República en el número de diciembre de 2009 / enero de 2010 de la revista Classica, y dice entre otras cosas que Chopin sería el primer músico que entraría en el Panthéon, después de que en 2003 fracasara el intento de trasladar allí los despojos de Berlioz; que sería también “un gran gesto europeo”, ya que se trata de un artista a la vez polaco y francés, “compositor de polonesas y de mazurcas de inspiración polaca”, pero también “de valses de inspiración vienesa, de preludios de inspiración alemana, de nocturnos de inspiración irlandesa, de una barcarola de inspiración italiana y de baladas de inspiración francesa”. ¡Un orgullo para la cultura europea! (como si no lo supiéramos…) ¿Qué tendrán que decir los polacos, que conservan como reliquia el corazón del músico en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia?

Y es que el compositor y pianista Fryderyk / Frédéric Chopin (nacido en la localidad de Żelazowa Wola, Mazovia –a unos 50 km de Varsovia– el 1 de marzo de 1810, y muerto en París el 17 de octubre de 1849) ha sido siempre reivindicado, justamente, por Polonia como uno de sus hombres más ilustres, pero también por Francia, por el hecho de ser hijo de un emigrado francés y por haber vivido en París desde la edad de 20 años. Francia, por tanto, se otorga ahora el derecho de acogerlo entre sus celebridades.

Hace seis años, en 2004, ya hubo un intento por parte del entonces presidente francés, Jacques Chirac, de trasladar al Panthéon los despojos de la famosa amante de Chopin, la escritora y feminista Amandine Aurore Lucile Dupin (1804-1876), más conocida por su seudónimo, George Sand, autora, entre otras obras, de Un hiver à Majorque ('Un invierno en Mallorca', 1855), donde relata su estancia, con sus hijos y su amante polaco, en la cartuja mallorquina de Valldemossa durante el invierno de 1838 a 1839. Esta pretensión fue frustrada entonces por la nieta de la escritora, Christiane Smeets-Sand, heredera de su patrimonio, la cual recibió la solidaridad de unos cuantos políticos y de representantes del mundo de la cultura, entre quienes estaba la actriz italiana Claudia Cardinale. Una curiosidad poco conocida: ¡George Sand era descendiente del rey Augusto II de Polonia!

El transeúnte continúa pensando que los muertos, ilustres o no, deben quedar en el recuerdo de quienes los querían y los admiran, y que sus huesos, sus cenizas o sus reliquias no deben mezclarse con los homenajes, y aún menos con ceremonias macabras revestidas de solemnidad. Permitidle que recuerde estos versos de Petrarca:

Passan vostri trionfi e vostre pompe,
Passan le signorie, passan i regni;

Ogni cosa mortal tempo interrompe.
[3]


[1] Podéis leer, por ejemplo, lo que han publicado Michel Soudais en su blog de Politis.fr, Jeanyves Guérin en Le Nouvel Observateur (20.11.2009), Benjamin Ivry en el New Statesman y el diario suizo Le Matin (3.1.2010), aunque en Internet encontraréis muchas más referencias.
[2] Jeanyves Guérin: Dictionnaire Albert Camus, Flammarion, París, 2010, 992 pp.
[3] “Pasan vuestros triunfos y vuestras pompas, / Pasan las señorías, pasan los reinos; / El tiempo interrumpe todo lo que es mortal.”

Imágenes, de arriba abajo:
- Monumento a Chopin en el parque Łazienki de Varsovia, obra realizada en París, en 1908, por el escultor y pintor modernista polaco Wacław Szymanowski (1859-1930). (Foto © Jaime Silva / flckr.)
- El Panthéon des grands hommes, en el Barrio Latino de París.
(Foto © BLOC.com)
- La tumba de Chopin en el cementerio de Père Lachaise de París.
(Foto © Wikimedia Commons.)
- Retrato inacabado de Chopin pintado por Eugène Delacroix en París en el año 1838. (© Museo del Louvre, París.)
- Retrato de George Sand por Auguste Charpentier (1838). (© Musée Carnavalet, París.)

Clicad sobre las imágenes para ampliarlas.
(17.12.2009)

Traducción del catalán: Carlos Vitale.