Mostrando entradas con la etiqueta PICASSO Pablo Ruiz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PICASSO Pablo Ruiz. Mostrar todas las entradas

14 julio 2010

Exposición de Juan Gris en Barcelona

Juan Gris: Guitare et bouteille (1920).
(© Saint Louis Art Museum)

Josep Casamartina i Parassols publicaba el pasado 3 de junio en el suplemento en catalán ‘Quadern’ del diario El País un artículo titulado “Els pèsols arrenglerats” (‘Los guisantes alineados’)* en el que glosa la exposición del pintor cubista Juan Gris (Madrid, 1887 – Boulogne sur Seine, cerca de París, 1927), acogida hasta el 2 de julio por la galería Manuel Barbié de Barcelona.


Retrato de Juan Gris,
por Amedeo Modigliani (ca. 1915).
(
© The Metropolitan Museum of Art, Nueva York)


Pese a que José Victoriano Carmelo Carlos González-Pérez (nombre completo y auténtico del pintor), uno de los grandes olvidados durante décadas del arte español, nada tuvo que ver con la capital catalana –salvo quizá por los referentes de otros artistas con los que se relacionó, Picasso sobre todo–, su obra ha estado presente de un modo u otro en el imaginario cultural de la ciudad, aunque no expuesta en sus museos. Es lamentable, en este sentido, que las pinturas de este gran represente del cubismo pictórico estén, en cambio, en varios de los museos de arte más importantes del mundo, contrariamente a lo que ocurre con Picasso, de cuya obra Barcelona conserva una parte fundamental.

Hay que mencionar, sin embargo, una excepción interesante, que consiste en las numerosas colaboraciones del artista madrileño, como ilustrador, en dos de las revistas catalanas más importantes del primer tercio del siglo XX: L’Esquella de la Torratxa i Papitu; unas “ilustraciones impecables, elegantes y sofisticadas”, dice Casamartina, “que se apartan bastante del cubismo severo y ascético que practicaba”. Los biógrafos de Juan Gris hacen hincapié en la necesidad que tuvo el artista de recurrir a estos pequeños trabajos para conseguir algunos, aunque escasos, recursos económicos.


Así, mientras que Picasso casi nunca sufrió estrecheces económicas, Juan Gris fue pobre toda su vida, y su compañera, Josette –dice Josep Casamartina–, cosía incansablemente para Coco Chanel y era, por consiguiente, el sustento de la familia. Con los años, el nada ingenuo marchante Daniel-Henry Kahnweiler fue haciéndose con la mayor parte de la obra de su admirado Juan Gris, que luego iría colocando entre los buenos coleccionistas y en los museos más prestigiosos. El Centro de Arte Reina Sofía de Madrid es, en este sentido, un beneficiario de lujo.


Los barceloneses, pues, hemos podido disfrutar durante casi un mes y medio de la exposición de ocho telas y once dibujos y gouaches de Juan Gris (ved aquí un breve video). Uno de esos lienzos, Nature morte a l'oeuf (‘Naturaleza muerta con huevo’), pintado en 1926, un año antes de morir –obra que no pasó por las manos de Kahnweiler, sino que fue heredada por el único hijo de Juan y Josette–, una pintura “de volúmenes radicales y a la vez paradójicamente planos, casi sin sombra, indica el camino que tal vez habría elegido seguir el artista ante la confrontación inminente que se gestaba entonces en París entre el naciente surrealismo y la abstracción que se consolidaba”, dice Casamartina, y añade: “El neoclasicismo de Ingres, que había hecho furor poco antes, favoreció al Gris dibujante y desorientó un poco al Gris pintor pero, de nuevo, la fuerza poderosa de la geometría, más austera que nunca después de voluptuosas tentaciones, se convertiría en la protagonista prácticamente única de su cautivador testamento”.



Juan Gris: Nature morte a l'oeuf (1926).

En la presentación de la muestra, el comisario de la misma, Juan Manuel Bonet, manifestó que Juan Gris “fue un ‘secreto a voces’ para el mundo del arte y para las instituciones públicas españolas”, y que su obra, como la de Julio González o incluso la de Picasso, tardó mucho tiempo en ser reconocida por el Estado. En el caso de Juan Gris, ni siquiera la República española se interesó por ella, y hasta 1982 –55 años después de su muerte– su ciudad natal, Madrid, no le dedicó una primera exposición. Las colecciones públicas españolas, por su parte, no incorporaron obras de Juan Gris hasta 1977, durante la transición postfranquista hacia la democracia.


Juan Gris: Arlequin (1918).
(© Fundación Telefónica)


El transeúnte sólo tiene constancia de una ocasión en que algunas obras del pintor cubista madrileño, pertenecientes a la colección de Telefónica, fueron expuestas en Barcelona. Fue con motivo de la muestra titulada El cubisme i els seus entorns (‘El cubismo y sus entornos’), presentada en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), que se pudo visitar del 21 de diciembre de 2005 al 7 de mayo de 2006. Entonces fueron once las obras de Juan Gris que se presentaron.

Pobre el homenaje rendido hasta ahora en la capital catalana a quien muchos consideran el mejor representante de la pintura cubista, aunque resulte altamente meritoria la contribución de la galería Manuel Barbié. Ojalá que se presente pronto la ocasión de dedicarle una buena exposición antológica.


* La traducción de los fragmentos de dicho artículo que se citan es del transeúnte.