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09 octubre 2012

En la muerte del pintor bosnio Mersad Berber (1940-2012)



Cuando en el otoño de 2008 el transeúnte visitó una pequeña galería de arte en Sarajevo, instalada precariamente por una pareja de franceses, éstos le mostraron reproducciones fotográficas de quienes consideraban los mejores artistas contemporáneos de Bosnia-Herzegovina. Entre ellas había delicadas acuarelas de paisajes idílicos, obras de factura clásica inspiradas en la vida tradicional del país durante la época otomana –que hubieran podido pasar muy bien por pinturas románticas–, atrevidas realizaciones vanguardistas en las que predominaban los colores intensos, algunas muestras de arte naif… Pero los ojos del transeúnte se fijaron sobre todo en unas pinturas y unos grabados que mostraban una personalidad propia y ponían de manifiesto mucho oficio.

Belleza.

Los jóvenes galeristas le dijeron que, de algún modo, actuaban como marchantes de los artistas del país, a falta de estructuras comerciales organizadas, y que podían ponerlo en contacto con cualquiera de aquellos creadores. Cuando el transeúnte se interesó por los precios de las obras, se dio cuenta de que lo habían confundido con algún adinerado coleccionista, pues hablaron de cifras que, para aquel entonces y en aquellas tierras, eran totalmente desproporcionadas. Sin embargo, volvió a ojear aquellas imágenes que lo habían fascinado por la equilibrada combinación de colores, la serena belleza de las mujeres representadas y la curiosa presencia en muchas de ellas de caballos; preguntó cuál era el nombre del artista, se lo dijeron, pero no tuvo la precaución de anotarlo: en cualquier caso, aquellas obras no estaban al alcance de su bolsillo.

Composición en gris

Flora el blanco I

Anteayer, 7 de octubre, murió precisamente el autor de aquellos cuadros, y al ver escrito su nombre le resultó lejanamente familiar a este transeúnte. Cuando lo introdujo en Google rememoró de inmediato aquel atardecer en Sarajevo: efectivamente, el nombre olvidado del artista era Mersad Berber, uno de los pintores figurativos más celebrados de la antigua Yugoslavia y de la actual Croacia, nacido en la localidad bosnia de Bosanski Petrovac, no lejos de la frontera croata, el 1 de enero de 1940, y últimamente figura prominente del arte bosnio, pese a residir en Zagreb desde 1992, cuando en su país estalló la guerra.

En rojo II

Ni siquiera se enteró este transeúnte de que pocos meses después, entre marzo y mayo de 2009, en el CaixaForum de Barcelona se presentó una exposición retrospectiva de su obra compuesta por sesenta pinturas, que luego se mostraría en Palma de Mallorca hasta octubre de aquel año. Pero no fue sólo esa la relación artística de Berber con España: en 2004 ya había presentado una exposición en el Centro Cultural Caixanova de Vigo; en 2005, otra en “El Claustre” de Girona; y en 2008 una tercera en la Galería Mada Primavesi de Madrid.

Mujeres de San Petersburgo

Le sorprende, pues, la noticia de su muerte en la capital croata a la edad de 72 años; y le sorprende, además, que fuera un artista internacionalmente reconocido, premiado en numerosos países y con obra integrada en algunas de las más prestigiosas colecciones del mundo, como la de la Tate Gallery de Londres. Por otra parte, desde la década de 1970 expuso en varias ciudades de Italia, Alemania y los Estados Unidos, y más tarde en Brasil, Egipto, la India, Indonesia, Japón, Turquía, los Emiratos Árabes, Rusia, Suiza, Bélgica, los Países Bajos y el Reino Unido, además de en su Yugoslavia natal, en Sarajevo y en la Croacia independiente.

Vista desde Dubrovnik I

Vista desde Dubrovnik IV

Berber se formó artísticamente en la Academia de Bellas Artes de Liubliana (Eslovenia, entonces integrada en la República Socialista Federativa de Yugoslavia) e inició su carrera pictórica como autor de obras historicistas, que recorrían la memoria de su país y de Croacia desde la Edad Media hasta el siglo XX, inspirándose estéticamente en algunos de los grandes pintores europeos de todas las épocas, muchos de los cuales han dejado huella en su estilo: Paolo Uccello, Van der Weyden, Durero, Rubens, Rembrandt, Vermeer, Velázquez… En ellas ya mostraba, sin embargo, su personalísima concepción de la pintura que, aunque fue evolucionando, se encuentra todavía en sus obras más recientes. Trabajó también como ilustrador de libros y creador de decorados teatrales en Liubliana, Zagreb, Sarajevo y Washington, e hizo incluso alguna incursión en el mundo de los dibujos animados.

Memoria de Bosnia I

La infanta Margarita en Sarajevo

Sin duda, sus extraordinarias condiciones para el dibujo fueron el secreto de la fascinación de las obras de Berber. Así lo hizo notar el célebre crítico de arte, poeta y escritor británico Edward Lucie-Smith: “Probablemente, lo primero que salta a la vista en la obra de  Mersad Berber es su asombrosa habilidad como dibujante. Berber dibuja con una fluidez y confianza que ya han desaparecido casi por completo en el arte de la Europa occidental y los Estados Unidos. Sus formas tienen una plenitud y solidez que pocos artistas son capaces ahora mismo de imitar”. Lucie-Smith resalta también, como segunda cualidad, su admirable capacidad para trabajar las texturas.

Perfil renacentista II

Quede aquí, pues, un recuerdo para un artista ilustre, con varias reproducciones de obras suyas recientes. Se pueden encontrar más datos biográficos suyos y una galería virtual de su obra en su página web oficial.


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