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17 junio 2010

Las lenguas de la antigua Yugoslavia

La estación de autobuses de la parte del barrio de Dobrinja, en Sarajevo,
perteneciente a la Republika Srpska. Aunque en Bosnia no se utilizaba
el alfabeto cirílico, las autoridades de la entidad serbobosnia
lo han impuesto en el uso de la lengua. (Foto © Albert Lázaro-Tinaut).


El pasado 4 de mayo, el periodista Ramón Lobo publicaba en el diario El País un artículo titulado “La herencia de Josip Broz Tito”, con motivo del 30.º aniversario de la muerte en Liubliana del jefe del Estado yugoslavo, el hombre que fue capaz, mediante métodos totalitarios “suaves”, de aglutinar buena parte de los eslavos del sur en una república federal socialista.

La figura del mariscal Tito ha sido muy controvertida en el ámbito yugoslavo tanto durante su mandato como, sobre todo, después de su muerte. Mientras que en Bosnia y en otras repúblicas de la antigua Yugoslavia se encuentra su retrato por doquier, la Serbia del dirigente ultranacionalista Slobodan Milošević lo menospreció, aunque ahora parece que ha sido “rehabilitado”, quizá más por la atracción turística de su figura (la casa donde vivió, conocida como "Casa de las Flores”, es visita casi obligada en Belgrado) que por convencimiento político.



Homenaje de los “yugonostálgicos” de Macedonia al mariscal Tito.

Una de las muchas cuestiones que intervinieron en la fragmentación del espacio yugoslavo durante la década de 1990 fue la lengua (pese a que el conflicto lingüístico es aparentemente posterior). La lengua común oficial de la República Federal Socialista de Yugoslavia era el serbocroata (srpskohrvatski [cрпскохрватски]) o croataserbio (hrvatskosrpski), hablado en Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro, aunque también eran oficiales y se usaban en las respectivas repúblicas el esloveno y el macedonio, se reconocía el uso y la enseñanza del albanés tanto en Macedonia como en la provincia autónoma de Kosovo, y en otra provincia autónoma, la Voivodina, el del húngaro y el rumano, hablados por las minorías que pueblan el norte de Serbia. Otros grupos minoritarios más pequeños (gitanos, turcos, búlgaros, eslovacos…) utilizaban también sus lenguas sin demasiados impedimentos.



Mapa étnico de la antigua Yugoslavia establecido en 1998.
(Haced clic para ampliarlo)

Cuando Yugoslavia se desmembró y se independizaron las repúblicas que formaban la federación (Eslovenia y Croacia, el 25 de junio de 1991; Macedonia, el 8 de septiembre de 1991; Bosnia y Herzegovina, el 5 de abril de 1992; Serbia, el 3 de junio de 2006, aunque conservando el nombre de Yugoslavia no había proclamado la independencia a la vez que las otras repúblicas; Montenegro, el 6 de junio de 2006, separándose de Serbia; y Kosovo, el 17 de febrero de 2008, pese a que una parte la comunidad internacional se muestra reacia a reconocer esta independencia) cada nueva república incluyó en su Constitución la “lengua propia”; así pues, Croacia reconoce únicamente la oficialidad de la lengua croata, Serbia, la de la lengua serbia (escrita con alfabeto cirílico), Bosnia-Herzegovina, el bosnio, y Montenegro, el montenegrino, por lo que hace a las repúblicas que se expresaban en la lengua común llamada serbocroata. Evidentemente, Kosovo impuso la lengua albanesa, que también es cooficial en una parte de Macedonia.


Para ceñirnos al ámbito de esta lengua común de cuatro de los Estados surgidos de la desintegración de Yugoslavia, conviene recordar que, desde el punto de vista de la lingüística, se trata de una sola lengua con las correspondientes variantes dialectales o modalidades. En este sentido es muy interesante leer la opinión del eminente lingüista Ranko Bugarski, profesor de Filología en la Universidad de Belgrado, en una larga entrevista (leedla aquí traducida al castellano) publicada el 6 de septiembre de 2007 en el diario independiente croata Feral Tribune (que se publicaba en Split y que, desgraciadamente, tuvo que cerrar en junio de 2008 por razones económicas). Las explicaciones del profesor Bugarski son claras y explícitas, y ahorran al transeúnte una larguísima disertación (podéis leer aquí otro interesante artículo del profesor Bugarski en castellano: “Lengua, nacionalismo y la desintegración de Yugoslavia”).



El escrit
or y político croata
Ljudevit Gaj (1809-1872).



Si nos remontamos a la historia del serbocroata como lengua, hemos de referirnos al acuerdo al que llegaron lingüistas croatas y serbios en Viena en 1850 –en el contexto de los movimientos de emancipación nacional de los dos pueblos– para establecer la variante dialectal novo-štokavski de la Herzegovina oriental como base del lenguaje literario común de Croacia y Serbia. Entre los prohombres que participaron activamente en la fijación de esta lengua común es preciso mencionar dos nombres: el del lingüista, escritor y político croata de origen germano-eslovaco Ljudevit Gaj (1809-1872) –quien ya había publicado en Buda, en el año 1830, un Kratka osnova horvatsko-slavenskog pravopisanja (‘Breviario de ortografía croato-eslava’), basado en el modelo de otro croata, Pavao Ritter Vitezović (1652-1713) para el establecimiento de la ortografía checa–, promotor del Movimiento de los Ilirios, que aspiraba a la formación de un Estado único para los eslavos del sur, y el del escritor y lingüista serbio Vuk Stefanović Karadžić (Вук Стефановић Караџић, 1787-1864), que participó activamente en la lucha de los serbios contra los jenízaros otomanos a comienzos del siglo XIX y se hizo famoso por un sencillo principio lingüístico: “пиши како говориш” (‘escribe como hablas’), un lema que influyó notablemente en la reforma de la lengua literaria de los serbios, que hasta entonces se basaba en las normas del antiguo eslavo o eslavónico de la liturgia ortodoxa.



El escritor y lingüista serbio
Vuk Stefanović Karadžić (1787-1864).


El acuerdo de mediados del siglo XIX fue ratificado a finales de la década de 1950 por filólogos de los dos mismos países en Novi Sad (capital de la Voivodina), y a partir de tal entendimiento fue posible la publicación, en 1960, por parte de las instituciones culturales y científicas más respetadas en ambas repúblicas, la Matica hrvatska y Matica srpska, de la Pravopis hrvatskosrpskog književnog jezika s pravopisnim rječnikom o Pravopis srpskohrvatskog književnog jezika sa pravopisnim rečnikom (una ortografía del idioma literario serbocroata o croataserbio).



Cubierta de la edición publicada
en Belgrado por la Matica srpska
(en caracteres cirílicos) de la
Pravopis srpskohrvatskog jezika

(‘Ortografía de la lengua serbocroata’),
en 1960.



La pretendida división de la lengua común en cuatro lenguas supuestamente diferenciadas (el profesor Bugarski se explica muy bien, en este sentido, en la entrevista antes mencionada) tiene paralelismos en otras lenguas, como el catalán y sus variantes más importantes (la valenciana y la mallorquina, sobre todo), e incluso en lenguas mucho más pequeñas, como es el caso del estonio con sus dos grandes variantes, la septentrional, eesti keel (en la cual se basa la lengua oficial) y la meridional, o lengua Võru (võro kiil), que incluso tiene una institución propia para su preservación y promoción, el Võru Instituut.


Contrariamente, grandes lenguas como el inglés, el francés y el castellano no sufren estas tendencias: difícilmente, pues, un australiano, un sudafricano anglófono o un canadiense dirá que no habla inglés, ni un cubano, un argentino o un chileno, que no hablan español (a pesar de la extraña y paradójica persistencia de los editores franceses de indicar en los libros traduit de l’argentin o traduit du péruvien, por ejemplo).


Respecto del artículo de Ramón Lobo al que hacía referencia el transeúnte al comienzo de este artículo, es preciso decir que el 21 del mismo mes de mayo el embajador de la República de Croacia en el Reino de España, señor Neven Pelicarić, publicó una réplica en el mismo diario manifestando, entre otras cosas, que el papel del presidente comunista y mariscal, el croata Josip Broz Tito, en el siglo XX, “es objeto de investigaciones e historiadores”, y después de dejar claro que la iniciativa de las guerras de Yugoslavia fue siempre de los serbios (cosa en la cual, matizando un poco, tiene razón), afirma lo siguiente respecto de la lengua:


El idioma croata nunca ha sido serbio, así como el serbio nunca ha sido croata. Si dos interlocutores se entienden mutuamente, eso no quiere decir que hablen el mismo idioma. El ex Estado yugoslavo, en sus dos encarnaciones (la monárquica, desde el 1918 hasta el 1941, y la comunista, del 1945 hasta el 1991) intentó instaurar la dominación de Belgrado borrando las huellas de la lengua croata. El pueblo croata unificadamente luchó para proteger su lengua, su identidad y su cultura ante la hegemonía oriental. Así mismo, hay que destacar que la abreviación lingüística "hrv" para la lengua croata está en el uso internacional desde el 1 de septiembre de 2008, y conforme al estándar ISO 639-2 y las regulaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. La próxima lengua oficial de la Unión Europea será el croata.


O al señor embajador no le interesa demasiado recordar la historia (dicho esto con todo el respeto diplomático), o quizá el transeúnte desconoce la “letra pequeña” de los acuerdos lingüísticos a los cuales se ha referido. A partir de aquí, deja que el lector saque sus conclusiones y, si le parece oportuno, opine en la sección de comentarios.


Haced clic sobre las imágenes para agrandarlas.


Traducción del catalán de Carlos Vitale.