Esta es la música preferida de Kim Jong-un, el “amado líder”
de la República Popular Democrática de Corea.
Nadie ignora (o nadie debería ignorar a estas alturas) que
en la República Popular Democrática de Corea, Corea del Norte en términos llanos,
rige uno de los regímenes más cerriles del mundo, una dictadura personal,
dinástica y hostil a todo lo externo que se obstina por permanecer aislada. Al
pérfido dirigente Kim Jong-il, de míticos
orígenes, difunto a bordo de un tren (la idea de viajar en avión le provocaba
pánico) el 17 de diciembre de 2011, le sucedió su hijo y oficialmente heredero, Kim Jong-un, hecho a imagen y semejanza de su despótico padre
(los coreanos dicen, jocosamente, que fue clonado).
El régimen personalista y
autoritario de este singular personaje, arropado por un
disciplinado ejército, decide todos los detalles de la vida en el país, dejando
pequeños, en comparación, a muchos de los dictadores que en el mundo han sido y
son, con la particularidad de que un espeso muro de silencio oculta la realidad
de lo que ocurre en aquel país de 120.000 kilómetros cuadrados y unos 24
millones de habitantes, según censos que no se han podido contrastar.
Dos de los instrumentos más
poderosos del régimen, como suele ser habitual en todo totalitarismo, son la
represión y la propaganda, según la cual el Presidente Eterno de la República,
como se le denomina en la Constitución, goza de la admiración y la veneración
casi divina de más del 99 % de la población, con lo cual queda todo dicho.
Sobre esta cuestión ha escrito Andrea Pira en
el periódico italiano Il Fatto Quotidiano*,
y se ha preguntado hasta qué punto llegará la censura para permitir la actuación en
la capital norcoreana, Pyongyang, de la banda eslovena Laibach, anunciada oficialmente para participar, los días 19
y 20 de agosto, en los actos conmemorativos del septuagésimo aniversario de la
“liberación del dominio japonés”: una supuesta señal de “apertura” del régimen para acallar ciertas habladurías.
Este transeúnte añade que Laibach
(que curiosamente es el nombre que recibió la capital eslovena, Liubliana,
durante la ocupación alemana de Yugoslavia en la segunda guerra mundial)
suele combinar simbología nazi y estalinista en sus acciones, que es como denomina sus actuaciones públicas, y sus
componentes se han manifestado reiteradamente contra la supremacía anglosajona
en el mundo. Dato nada insignificante en el contexto del que hablamos.

El grupo musical esloveno Leibach y su estética.
(Fuente: 24ur.com, Liubliana, 2010)
* Andrea Pira:
“Corea del Nord, la censura sulla musica di Kim Jong-un: ‘Vietate le canzoni
che incitano alla protesta’”, en Il Fatto
Quotidiano, Roma, 31 de julio de 2015.
POST SCRIPTUM: Información sobre el concierto de Laibach en Pyongyang y sobre la fría reacción del público norcoreano en La Vanguardia, Barcelona, 21 de agosto de 2015.