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19 marzo 2013

Samuele Arba, un escritor y cantautor comprometido, sardo y plurilingüe



Nacido en la población de Silius, muy próxima a Cagliari (la capital de Cerdeña), en 1978, Samuele Arba reside en Tarragona desde el año 2005 y se considera, sobre todo, escritor. También se considera un nómada –como, dice, lo ha sido la humanidad durante milenios–, que ha vivido en Italia e Inglaterra y ahora se encuentra, no sabe si circunstancialmente (pero desde hace ya unos cuantos años), en tierras catalanas con su compañera, la argentina Denise Guerschanik, excelente intérprete de flauta travesera y productora de los proyectos musicales de Samuele.

Es un escritor que no oculta los orígenes de su inspiración, los nombres en los que se ha apoyado: Charles Bukowski, James Douglas Morrison, Giorgio Gaber y, sobre todo, el inconmensurable cantautor genovés Fabrizio De André. Pero además es cantautor y poeta, con cuatro libros en su haber, tres en italiano: Riflessioni sul fardello che ci portiamo addosso (‘Reflexiones sobre el fardo que llevamos a cuestas’, 2010), Viaggio in me stesso (‘Viaje en mí mismo’, 2010) y Storie di (‘Historias de’, 2012); y uno en catalán: Dies estranys (‘Días extraños’, 2011).

Fabrizio De André.



En sus canciones, Samuele Arba utiliza indistintamente el italiano, el sardo, el catalán y el español; lenguas en las que se comunica perfectamente y que forman parte de su “fardo” de viajero nómada, para quien las fronteras políticas no son otra cosa que meras líneas imaginarias trazadas en los mapas y las lingüísticas, simplemente no existen.

Hay que decir, además, que recientemente ha añadido a sus facetas expresivas, la del teatro: próximamente estrenará un espectáculo de Teatro-Canción con el título Yo soy Yo, en que combina canciones con monólogos, y en el cual el protagonista es un parado que, frente a la desesperación, en un diálogo consigo mismo se pregunta por el sentido de la vida, y llega a la conclusión de que la única salida que le queda al ser humano es el amor, un amor universal e incondicional que no tiene por qué ser una utopía.

En 2007 Samuele formó su primera banda en Tarragona, I Liberi (‘Los Libres’), con Denise Guerschanik, Jorge Montanares y Pablo Vidal, y grabaron la maqueta Una persona cualquiera. Al año siguiente se les unió Xavier Martin.

La banda I Liberi.

Dos años más tarde editaron el disco Es lo que hay, que se presentó en Tarragona, Reus y Barcelona. Para presentar este disco fue ideado el espectáculo El viaje, en el que Samuele da voz a un marinero que quiere cantar en las lenguas que ha aprendido a lo largo de su vida de navegante: italiano, sardo, español, catalán, genovés y alguerés [1], y que fue inspirado por el disco Crêuza de Mä de Fabrizio De André.

En 2012, Samuele Arba ofreció un concierto de canciones en alguerés con motivo de las jornadas “Tarragona i l’Alguer som gemel·los”, que se celebraron en conmemoración del cuadragésimo aniversario del hermanamiento entre ambas ciudades.

El transeúnte sólo ha mencionado de pasada los discos editados por Samuele Arba: Una persona cualquiera (2008) y Es lo que hay (2011), sobre los que se encuentra información detallada clicando aquí. A ambos se añade ahora una nueva grabación en la que ha trabajado intensamente: Por encima de las palabras. En este disco presenta diez canciones inéditas en sardo, italiano, catalán, español y alguerés, más dos bonus tracks: la adaptación al español del tema “Il conformista”, de Giorgio Gaber, y una versión personal de “La vida nostra”, del cantautor alguerés Pino Piras, cantada junto a Joan Isaac, uno de los músicos catalanes más relevantes.

Cubierta del disco
Por encima de las palabras.


















Samuele Arba es un intérprete en alza, una promesa y un cantante comprometido socialmente, portador de un nuevo estilo en el género, que resulta próximo al público italiano pero sorprende al de nuestro país. Como ejemplo de su labor, podéis acceder, pinchando aquí, al vídeo de una de las canciones de este último disco.

Sin duda, un intérprete imprescindible y todavía poco conocido para los amantes de la buena música inspirada en la poesía y la denuncia social, heredera de la chanson francesa del siglo XX (Brassens, Brel, Léo Ferré, Charles Trenet, la mítica Edith Piaf…), que tuvo a sus grandes intérpretes también en Italia (entre los que sobresalen Fabrizio De André y Giorgio Gaber)  y a la que no fue ajena, en buena parte, la Nova Cançó catalana: Ovidi Montllor es otro de los grandes referentes de Arba.

Además de haber colaborado en varias recopilaciones literarias, Samuele Arba ha obtenido algunos premios. Podéis saber más sobre él a través de su web personal.




[1] El alguerés es una variante dialectal del catalán hablada por unas diez mil personas en la ciudad sarda de Alghero (l’Alguer, en catalán) y su comarca, en el noroeste de Cerdeña, que fue repoblada por catalanes en el siglo XIV tras la expulsión de la población autóctona sarda. La UNESCO la considera una lengua en peligro de extinción, pese a su reconocimiento oficial por el Estado italiano y los esfuerzos que se han hecho en los últimos años para preservarla. Para más información clicad aquí.

Clicad sobre las imágenes para ampliarlas.

20 junio 2011

Enzo Del Re, el ‘cantastorie’ ácrata

Enzo Del Re durante una de sus actuaciones.
(© Simulardu / Creative Commons, 2009)

El pasado 6 de junio, un día lluvioso y húmedo, murió en Mola di Bari, la localidad adriática donde había nacido el 24 de enero de 1944, un personaje cuya actitud ante la vida y la sociedad lo harían excepcional en la compleja y cambiante realidad italiana: era Vincenzo Del Re, conocido como Enzo Del Re.

No es fácil definirlo, pero sí trazar algunos rasgos de su personalidad. Hombre solitario, radical, consecuente consigo mismo durante toda su vida, defensor de unos principios éticos e ideológicos muy próximos al anarquismo (o quizá, matizando un poco más, a la acracia), jamás se comprometió con ninguna formación política y mantuvo a macha martillo su independencia personal. A partir de la firmeza de sus ideas participó en la lucha social mediante una peculiar manera de hacer música, de “cantar historias”, acompañado de un instrumento de percusión muy singular: una silla (a veces, una maleta de cartón) y de los chasquidos de su lengua (el linguafono, llamaba a ese instrumento bucal) para marcar el ritmo de sus canciones. *

Era su manera de aplicar a todo y en todo la lucha de clases, huir del lujo y de la vanidad de exhibir lo superfluo. Se negaba a subir a un automóvil (un “artilugio”, decía, que te somete al padrone), y se declaraba “viandante por decisión existencial”. Cuando enfermó de nefritis aguda no aceptó un trasplante, aunque sí se sometía a diálisis, afirmando que sus métodos (comer sólo pulpo, “octopus”, como él lo denominaba) eran mejores que los de la ciencia y servirían para regenerar sus maltrechos riñones. Genio y figura…


El Palazzo Roberti, en Mola
di Bari, donde se instaló la
capilla ardiente de Enzo Del Re.

(Fuente: eneaportal.unile.it)


No fue únicamente eso lo que determinó su personalidad. Aunque fueron muchas las letras de sus “historias” cantadas y recitadas en italiano, solía usar el maulese, el arcaico dialecto proprio de su lugar de nacimiento, como un elemento más de su identidad. A Mola dedicó muchas de sus creaciones, baladas de amor y de reivindicación social; su apego a aquella tierra pobre y alejada de casi todas las vicisitudes históricas que tuvieron lugar durante su vida fue absoluto, pero no ingenuo, como demuestra el “piropo” que le dedica al final de una de las composiciones de su disco Maule, el más comprometido socialmente de los que grabó: “Non c’è città più arretrata di te…” (‘No hay ciudad más atrasada que tú…’).

Del Re era un hombre culto, había estudiado humanidades clásicas, se había dedicado al teatro y había colaborado estrechamente con el polifacético y polémico Dario Fo (distinguido con el premio Nobel de literatura en 1997), con quien compartía no pocos rasgos de personalidad. Era, además, un hombre apasionado por la etimología: escrutaba cuidadosamente las palabras que utilizaba en sus textos; los escribía primero en su dialecto y luego los traducía con esmero al italiano. Desde aquel rincón perdido donde nació fue abriéndose camino, poco a poco, sin prisa, como a él le gustaba, por casi toda Italia. Una Italia que lo miraba con cierto recelo, que lo consideraba un “bicho raro original” y solía compadecerse de él.


Foto de Annalisa Colucci
que ilustra la cubierta del disco
La mia sedia
, de Enzo Del Re.


En abril de 2009 dio un concierto en la plaza de la Repubblica de Parma, ataviado con su característica boina roja de lana y ropas sencillas: era una prueba de fuego para él, un meridional, un terrone, en el rico y desarrollado norte de Italia. Había estado toda la tarde sentado en la misma plaza vendiendo personalmente sus casetes de audio (¡sus recitales grabados podían durar más de cinco horas!), como un humilde top manta. Lo anunciaron como un “corpofonista”, y al principio el público, numeroso pero escéptico y curioso, no le prestó mucha atención; pero al cabo de un cuarto de hora se hizo el silencio y se produjo el fenómeno de la comunicación. “Estaba allí como una tortuga, acorazado y desvergonzado –dice su amigo, compositor y cantante como él, Vinicio Capossella en un artículo publicado el 12 de junio en el diario La Repubblica–, tratando de que unos miles de personas se adaptaran a él. Su música era pura propaganda, adecuada para comunicar con las grandes masas. Su obstinación, su tozudez a toda prueba, la coraza de su coherencia, consiguieron hechizar la plaza, como lo hubiera hecho Umm Kalzum o un muecín ante cualquier platea oceánica de una enorme reunión ideológica. Recluido en un rincón, con su silla, con la mirada dirigida a lo lejos, más allá del público, mirando al sol del porvenir”.

Cada recital suyo era único y de duración imprevisible, porque solía alargar sus historias añadiéndoles code nuevas, a menudo improvisadas y casi siempre recitadas. Era algo que formaba parte de su ritual, de su espontaneidad, de su talento. Bakunin fue para él un referente intelectual e ideológico, pero en un momento dado los “¡Viva Bakunin!” que aparecían en sus canciones fueron sustituidos por “¡Giap giap Ho Chi Minh!”. Símbolos de lucha por unos ideales y maneras elocuentes y muy personales de evolucionar consecuente y coherentemente. Una de sus aspiraciones era actuar durante ocho horas –una jornada laboral– y cobrar por ello la misma retribución diaria que un obrero metalúrgico.


Cubierta del disco Il banditore (1974),
que contiene algunas de las canciones
más populares
de Enzo Del Re.

Sus “historias”, a pesar de todo, se abrieron paso y captaron la atención de un público cada vez más numeroso y fiel. Algunas de esas composiciones ya son antológicas: “Lavorare con lentezza” (‘Trabajar con lentitud’; vedle y escuchadle aquí), “Avola” (con letra de Dario Fo, aquí), “Comico” (aquí), “Ammenazze u murte” (‘Amenazas de muerte’, cantada en dialecto maulese, aquí), “Il Superuomo” (‘El Superhombre’, aquí) y, en particular “Scittrà” (en dialecto, aquí), una ácida parodia de la superstición que se superpone a las creencias religiosas: scittrà es la palabra que se usa en su tierra para ahuyentar a los gatos:

“Un día cierta familia, al salir de la iglesia, volvía con el alma en paz después de oír misa e incluso haber comulgado… Pero al ver a una gata negra olvidaron a todos los santos y se tocaron por delante, y mientras se tocaban y gritaban 'scittrà!', unos le daban puntapiés, otros le arrojaban piedras, y la gata maullaba con desespero: '¡Qué culpa tengo yo de haber nacido con el pelo negro!; enfureceos con la naturaleza que me ha dado el pelo negro'. Y, ensangrentada, oye aquellos gritos como martillazos en su cabeza… 'scitt scitt scittrà'…”


Supersticiones que, en efecto, tienen un poder sobrenatural en el sur de Italia. Ni él mismo pudo evitarlas después de su muerte: su familia, para la que siempre fue una oveja negra (una “pecora rossa”, decían), se empeñó en celebrar un funeral religioso, aunque no pudieron vestirlo con un traje oscuro, como marca la tradición: yacía en el ataúd con su vestimenta habitual y su inseparable boina roja de lana. El furgón fúnebre fue recibido ante la iglesia con un aplauso cerrado: “Era un aplauso emocionado, de revancha, casi de rabia, y de afecto. Muchos no pudieron aplaudir porque levantaban hacia el cielo el puño cerrado, el del lado del corazón”, dice Caposella en el artículo mencionado. Los amigos, los "camaradas", permanecieron fuera del templo, bajo la lluvia, y le rindieron al mismo tiempo un homenaje ateo. Ni siquiera les permitieron llevar el ataúd a hombros hasta el cementerio: lo volvieron a introducir en el furgón, al que siguió el cortejo.


Imagen de la despedida a Enzo Del Re por parte de sus camaradas
a la puerta de la iglesia, en Mola di Bari, después del funeral religioso.

(Fuente: La Repubblica, Bari, 8.6.2011)

Un muchacho que encabezaba la marcha sujetaba por una pata, alzándola como una bandera, la silla, el instrumento de percusión de Enzo. Dice Vinicio Caposella: “El granizo la hacía sonar con golpes de nudillos, sonoros e impregnados de rabia… Su último viaje fue una visión bíblica, aquel granizo caía con furia sobre el pueblo, como si quisiera castigarlo por no haber sabido reconocer a su profeta, para ofrecer un signo tangible a su despedida”.

En uno de sus recitales dijo: “En la silla se vive y se muere”. La silla representaba para él algo más que un instrumento de percusión: era un símbolo cuyo misterio quedaba revelado con aquellas palabras: se refería a Sacco y Vanzetti, los dos emigrantes anarquistas italianos que fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 después de un polémico juicio en los Estados Unidos que levantó agrias polémicas en ambas orillas del Atlántico. El cuerpo de Enzo Del Re, que vivía solo, fue encontrado 24 horas después de su muerte sentado en una silla y con la cabeza apoyada en una mesa. El pulpo, ese octópodo al que Mola rinde tributo cada año con una Sagra (fiesta popular) y que según él tenía propiedades curativas –nadie pudo quitarle de la cabeza tal convencimiento– no fue remedio suficiente para su enfermedad renal. La obstinación que siempre le caracterizó llegó hasta sus últimas consecuencias.


* Si alguien quiere leer la letra de algunas de sus canciones, puede hacerlo a través de este enlace:
http://www.ildeposito.org/archivio/autori/autore.php?id_autore=106.


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