04 julio 2010

Contradictoria Liubliana

El edificio de la Universidad (a la izquierda) y la iglesia
de las Ursulinas (al fondo), desde el Castillo de Liubliana.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)

Las contradicciones históricas

Aunque a primera vista no lo parezca, la capital de Eslovenia (un país que apenas supera los 20.000 kilómetros cuadrados, es decir, poco más que Navarra y el País Vasco juntos o equivalente en superficie a El Salvador) es una ciudad bastante contradictoria. En primer lugar, porque se ha convertido en la capital de la República por carambolas históricas, ya que la auténtica capital eslovena debería ser Trieste (Trst, en esloveno), ciudad que ahora está en tierras italianas, pero donde la considerable comunidad eslovena ha sido siempre, y es, muy activa, a pesar de las dificultades que ha padecido durante años y hasta hace muy poco. Por otro lado, el alma cultural eslovena tiene muchas raíces firmemente incrustadas en Klagenfurt (Celovec, en esloveno), la capital de la Carintia austríaca, donde nacieron figuras notables de la literatura en lengua alemana, como son Robert Musil e Ingeborg Bachmann, pero también algunas personalidades relevantes de la cultura eslovena: es el caso, por ejemplo, de Jožef Stefan (1835-1893), una de las eminencias científicas y, sobre todo, uno de los grandes matemáticos europeos de su época (que también era poeta, dicho sea de paso).

Liubliana, nacida como un asentamiento militar romano que se convirtió en la ciudad de Emona (mejor dicho, en la Colonia Iulia Aemona) en las postrimerías del siglo I de nuestra era y sufrió la furia de los hunos, los ostrogodos y los lombardos, fue poblada por eslavos en el siglo VI y aún tuvo que padecer la sumisión a los francos y, más tarde (desde 1278), a la dinastía de los Habsburgo. Cuando en 1809 Napoleón anexionó de facto a Francia las Provincias Ilirias, estableció allí la capital de éstas, y cuando los territorios que las constituían volvieron a manos austríacas, en 1813, en Viena se les ocurrió convertirlos, por razones administrativas, en el llamado Reino de Iliria (1816-1849), dependiente del Imperio, que mantuvo la capitalidad en Liubliana (con el nombre alemán de Laibach), pese a que tanto Trieste como Klagenfurt formaban parte de él.



Liubliana en el siglo XVII, según un grabado del libro Die Ehre
dess Hertzogthums Crain, de J. V. Valvasor (Núremberg, 1689).
Destaca la primitiva iglesia de San Jacobo, a los pies del castillo.

La opinión de los eslovenos, sometidos, no tenía, evidentemente, ningún interés para la entonces lejana corte vienesa. La derrota del Imperio austrohúngaro en la primera guerra mundial hizo que el territorio esloveno se incorporara, en 1918, en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (Kraljevina Srbov, Hrvatov in Slovencev, en esloveno), el cual se transformaría, en el año 1929, en el Reino de Yugoslavia y, después de la segunda guerra mundial, en la República Federal de Yugoslavia. Sólo cuando Eslovenia obtuvo por primera vez la auténtica independencia, que fue proclamada el 25 de junio de 1991, Liubliana se convirtió en la capital de un Estado europeo, que en el año 2004 se integró tanto en la OTAN como en la Unión Europea, y el 11 de junio de 2006 sustituyó la moneda nacional, el tólar, por el euro.


Liubliana, aunque muchos eslovenos la consideran provinciana (¡la sombra de Trieste es alargada!), es una ciudad bonita y seductora, de dimensiones humanas. En ella residen unos 270.000 de los algo más de dos millones de eslovenos que pueblan la República. El centro urbano se extiende a ambos lados del río Liublianica, y el centro histórico está a los pies del castillo (Ljubljanski grad), construido en el siglo XV por los Habsburgo, como muchas otras fortificaciones fronterizas, para defender el Imperio del peligro otomano. Ahora, completamente restaurado (quizá incluso demasiado “rehecho”), es un lugar agradable –se puede acceder a él con un funicular–, desde donde se contempla toda la ciudad y, al fondo, las estribaciones orientales de la cordillera alpina, que en aquel tramo se denominan Alpes Julianos.



Uno de los dragones que decoran
los accesos al Zmajski most
(puente de los Dragones),
inaugurado en 1901 con el
nombre de Puente del Jubileo.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


Hay bastantes cosas que ver en Liubliana, además del castillo, desde el Triple Puente (Tromostovje), que cruza el río a la altura de la plaza de Prešeren, donde late el corazón de la ciudad, hasta otro puente famoso, el de los Dragones, de estilo modernista, presidido por las esculturas de unos dragones alados de color verde que rememoran la mitología local, según la cual Jasón, llegado allí con los Argonautas remontando los ríos Danubio y Sava, habría vencido al dragón de Liubliana, que se ha convertido en el símbolo de la ciudad (y, no por casualidad, también de Klagenfurt).


La iglesia franciscana
de la Anunciación,
en la plaza de Prešeren,
desde el Triple Puente.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)



Al igual que en cualquier país católico, en toda Eslovenia se encuentra la marca jesuítica del barroco, como un vade retro contra la Reforma luterana. De ello son ejemplos, en Liubliana, la catedral de San Nicolás, de 1706, con su cúpula verde (¡todo es verde en Liubliana!), añadida en 1841; la iglesia franciscana de la Anunciación, de mediados del siglo XVII; la de San Jacobo, reformada en 1701, y la de las Ursulinas, de 1726, con su singular fachada. También encontramos algunas fuentes góticas, como la de Robba, la de Hércules, en la ciudad vieja, o la de los Tres Ríos de Carniola, en la plaza del Ayuntamiento.

La arquitectura renacentista (estilo en el que fue reconstruida la ciudad después del terremoto que la asoló en 1511), la ecléctica (representada por la estación ferroviaria, de 1849, la Universidad, el palacio Zois y el teatro de la Ópera, entre otros edificios) y la modernista, que apareció en las nuevas construcciones después de los destrozos de otro terremoto, en 1895, también están presentes en Liubliana. Entre los edificios modernistas (o Jugendstil) hay que destacar la casa Urbanc, de 1903, la Caja de Ahorros Municipal (Mestna hranilnica), de 1904, la casa Bamberg y el hotel Union (1907), el impresionante –y más tardío- edificio rosado del Banco Cooperativo de Negocios (Stavba Zadružne gospodarske banke), de 1921, y la construcción art déco de la Unión Cooperativa (Zadružna Zveza).



Detalles decorativos del edificio
de la Unión Cooperativa
(Zadružna Zveza).
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


La impresión general de la ciudad, sobre todo de su centro histórico, recuerda mucho la de las ciudades medianas austríacas. No en vano Eslovenia, contrariamente a las demás repúblicas de la antigua Yugoslavia, no es un país balcánico, sino claramente mitteleuropeo. Perderse por las calles de la ciudad vieja, disfrutar de la paz que se respira en ellas y de sus numerosos restaurantes (que en el verano instalan terrazas a la orilla del río), visitar los museos y los edificios notables o sentarse en uno de los múltiples cafés “a la vienesa” o en alguno de los numerosos parques para descansar del paseo leyendo un buen libro, deja en el visitante un regusto agradable, con ciertos toques de heterogeneidad.


Las contradicciones de ahora mismo

Situémonos en el presente y fijémonos, por un lado, en el hecho de que Liubliana ha sido declarada por la UNESCO Capital Mundial del Libro 2010, un hecho que ha pasado casi inadvertido en nuestro país (como casi todo lo que sucede más allá de Italia) pero que pone de manifiesto la importancia cultural de la ciudad (desmentida por algunos, como veremos a continuación). El programa oficial de actos, cuyo portal web (en inglés) podéis ver aquí, demuestra un esfuerzo notable, que al transeúnte le parece significativo, para poner la literatura y los libros al alcance de un público amplio y diverso, y no sólo por la presencia de autores nacionales y extranjeros en diversos actos, sino también por el cuidado que se ha tenido de acercar el libro a los niños, con las consecuencias positivas que representa sembrar germen de futuro.

El reverso de la moneda lo encontramos, en cambio, en un artículo que publicó el pasado 10 de junio el periodista cultural y editor Dejan Steinbuch en el periódico Finance de Liubliana: “Rekvijem za poslednji jazz v Ljubljani” (‘Réquiem por el último jazz en Liubliana”). El autor refleja, de alguna manera, la visión provinciana de la capital eslovena: en la primera frase del artículo dice, precisamente: “Liubliana no ha sido nunca una metrópolis”; y después manifiesta sin rodeos que entre los dirigentes y administradores de la ciudad siempre han faltado personas con talento, capaces de dar pasos adelante en la Historia: “Liubliana ha sido dirigida por la mediocridad […], en ella impera una mentalidad provinciana y pequeño-burguesa”, y añade que el peor enemigo de esta gente es la cultura urbana. “Liubliana no será nunca una ciudad que destaque en el mundo, pero puede convertirse en una capital con pedigrí específico subalpino con aires cosmopolitas”.



Drago Gajo (Liubliana, 1950),
fundador del Jazz Club Gajo.
(Foto © Pet)


Steinbuch asegura que la cultura urbana no significa únicamente cultura moderna, aunque en Luibliana haya un buen museo, un castillo, infinidad de monumentos,
una Asociación de Escritores Eslovenos, los libros de la editorial Beletrina y un parque denominado Tivoli, y sea ahora la Capital Mundial del Libro, sino que también debe haber una cultura normal, y que una parte sagrada de la cultura urbana que insufla a Liubliana al menos un cierto aliento de capitalidad es la música, y concretamente el jazz: “Una ciudad con un club de jazz nunca será un pueblo. Una capital sin un club de jazz no es una capital”, concluye Steinbuch. Se refiere al club de Jazz Club Gajo, de la calle Beethoven 8, que durante diecisiete años ha sido “el santuario de jóvenes artistas, músicos que necesitan un local para tocar” y es, además, un lugar de interés público, que deberá cerrar las puertas por decisión judicial; y se pregunta, no se sabe si muy ingenuamente, si el imperio de la ley siempre debe tener razón, si no se pueden tomar medidas de protección para este local y lo que representa; pero llega a la triste conclusión de que el club Gajo no tiene padrinos poderosos y ricos que “puedan hacer algo”.

La cara y la cruz de la ciudad, de la sociedad en su conjunto, de la cultura plural en singular. El transeúnte no saca a la luz este caso porque sea único y aislado: por desgracia, es sólo un ejemplo del trato que en los últimos años está recibiendo por doquier la cultura en todas sus manifestaciones. La cultura podría equipararse, a no mucho tardar, al cuarto mundo, a un mundo excluido del “mundo real”, un mundo marginal, sostenido por los esfuerzos de un puñado de personas a cambio de nada, o sí: de la satisfacción de sobrevivir y de disfrutar, aunque sea con el estómago vacío. En fin, algo que, por lo menos, convida a la reflexión.


Clicad sobre las imágenes para ampliarlas.

Traducción del catalán. Carlos Vitale.

35 comentarios:

veronelle dijo...

je ne comprends pas ce qui est ecrit mais j'aime beaucoup la gravure en noir et blanc

Liliana Lucki dijo...

Un mundo real? Desde el punto de vista de Europa

central.Son realidades tan diferentes,que es difícil

creer que sean de un mismo continente.

Se tienen que reorganizar,depurar su propio origen,

amar su propia cultura y tener el sentido de

pertenencia.Luego ponerse deacuerdoe ntre ellos.

Nosotros somos espectadores !!! Gracias por tan

buen material.Es como viajar con guía de lujo.

Saludo desde Argentina,Liliana

Cheez dijo...

Es como quitarle el trono a una reina. Soy venezolana y no creo en monarquías, sin embargo no se me viene otra imagen que ilustre esta visión de algún lugar en el mundo. Lo que realmente me conmueve no son los pro y los contra sobre una ciudad, sino la reflexión última del autor, vivimos en un mundo negado a su legado cultural que pugna por sobresalir siempre que exista humanidad, mientras cada quien se organice como individuo mientras la masificación lo convierte en nadie, estaremos cada día más lejos, incluso, de encontrar satisfacciones.

Lola MU dijo...

Albert: me ha encantado esta detalladísima semblanza. Es una suerte conocer de tu mano tantos bellísimos lugares. En cuanto al Jazz Club Gajo: ¿crees que el cierre del local supondrá su disolución? Los europeos aman y respetan profundamente la Música....Esperemos que no sea así y que la ciudad no pierda esa "capitalidad" a la que se refiere Steinbuch; sería una pena.

No sabes cómo disfruto asomándome a esta ventana que nos abres al mundo.
Saludos

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

VERONELLE: Moi aussi j'aime ce type de gravures, et quand j'ai trouvé celle-là j'ai été heureux de pouvoir l'utiliser.
Pour lire les textes vous pouvez utilizer le traducteur (un peu traître) Google (http://translate.google.com/#). Il suffit de copier le texte et choisir les langues. Cela, au moins, vous permet de comprendre à peu près l'essentiel.
Merci pour votre commentaire.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

LILIANA: Lo que pongo de manifiesto en la segunda parte del texto no es, ni muchísimo menos, la realidad de un país de la antiguamente llamada Europa del Este. Casualmente, hallé la noticia referida a Eslovenia, pero la situación puede darse en cualquier país, como doy a entender al final. La actual crisis económica global resulta una magnífica excusa para quienes desean excluir o marginar la cultura (poco rentable y necesitada casi siempre de subvenciones) de la "vida real", intentar que la gente prescinda de su necesidad. No deja de ser un toque de atención para reflexionar sobre esta cuestión, que me ha servido, de paso, para hablar de la bella Liubliana.
Agradezco tu comentario y te envío un cordial saludo transatlántico.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

CHEEZ: Gracias por tu reflexión. Así es, o así me lo parece. En tiempos difíciles siempre quedan marginados los creadores (a menos que creen un "producto" que dé dinero); sin embargo, la creación no se detiene, sino que a menudo se incrementa como forma de supervivencia. Esperemos que nuestra época no sea una excepción.
Un saludo cordial.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

LOLA: Tus palabras son un aliciente para mi tarea de transmitir la cultura y mis experiencias viajeras, de modo que te las agradezco de corazón.
No sé cómo acabará el asunto del club de jazz Gajo: lo importante para mí, en este caso, era llamar la atención sobre las arenas movedizas en las que se mueve la cultura en general. Seguro que los eslovenos encontrarán alternativas, si ese club ha de cerrar, pues gente con ganas no falta.
Ojalá que mi ventanita te siga ofreciendo satisfacciones y no te defraude en ningún momento: haré lo posible para que así sea.
Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Un grand merci pour ton commentaire laissé sur mon blog. Tes articles sont très documentés, mais je ne maîtrise pas ta langue pour comprendre en profondeurs tes analyses.
Bonne continuation et bravo pour ton français!

Luis Irles dijo...

Estimado Albert: Me ha parecido excelente esta crónica sobre la "contradictoria" Liubliana, ciudad que no he tenido ocasión de conocer pero que -tras la lectura de tu soberbio artículo-- procuraré visitar durante mi próximo viaje a Europa.
Una abraçada.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Anonyme: Malheureusement, tu ne me dis pas ton nom ni le titre de ton blog, j'hésite à t'identifier...
En tou cas, merci de ta visite et des mots que tu m'as laissé.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Querido Luis: Agradezco mucho tus palabras. Harás bien, si se te presenta la ocasión, quedándote dos o tres días por lo menos en Eslovenia para visitar no sólo la capital, sino también los paisajes de aquel bello país subalpino.
Una forta abraçada també per a tu.

Lola Fontecha dijo...

Contradicciones inexplicables.. Gracias por la información

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Lola: casi todas las contradicciones son inexplicables. Nosotros, los humanos, somos muy contradictorios y no sabemos explicarnos por qué.
Gracias por tu comentario.

ma thet zin dijo...

I really love your posts!

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

ma thet zin: Thank you for your kind visit from Myanmar! And thank you also for your comment.
Best regards.

Phivos Nicolaides dijo...

I have been there long time ago. It's a nice place and interesting. Great information you gave us. Muchas gracias. Saludos cordiales.

Maria Fischinger dijo...

Excelente, pocos personas pueden hablar sobre estos puntores. Le interesa a alguien?
Maria

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Thank you for your comment, Phivos!
Un abrazo.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

María: no entiendo la intención de tu interrogante final. ¿Te refieres a si a alguien le interesa resolver el problema del club de jazz de Liubliana?, ¿el de la dejadez de la cultura? ¿Mi artículo?

Unknown dijo...

Hola Albert: Denso artículo, para leer y releer; meditar y razonar las diferentes conexiones entre asuntos dispares en apariencia: Tratamiento y percepción actual de la Cultura, influencia de visiones parciales en nuestra vida; el inmenso cacao (o postre con multidud de ingredientes) que supone esa parte de mundo, sólo por cazar temas al vuelo...Saludos.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Viajero: Las conexiones, por supuesto, son aparentes. Me llama la atención, por una parte, esa consideración provinciana de Liubliana que tienen algunos eslovenos (y que no comparto) y la tenacidad con la que se defienden allí los espacios culturales.
Eslovenia no pertenece a los convulsos Balcanes, es un país moderno que nada tiene que envidiar a su vecina Austria ni mucho menos, en varios aspectos (lamentablemente) a Italia. Los valores culturales pesan mucho en la sociedad eslovena, y algo tan intrascendente en otros lugares como sería el cierre de un club de jazz se convierte allí casi en una tragedia. En el fondo, mi artículo (excesivamente denso, es cierto) pretende hacer saltar ciertas alarmas por lo que se refiere a algo tan poco valorado entre nosotros como la cultura.
Gracias por tu comentario, valioso como siempre.

María Eugenia Mendoza dijo...

Querido Albert:
Tu artículo de ninguna manera es denso, todo lo contrario, es un recorrido detallado, bien documentado, que invita a saborear cada edificio, cada historia y por supuesto a su gente. Que Liubliana haya sido declarada capital Mundial del Libro habla de lo sembrado en su historia en materia de cultura, literaria en este caso, que el Jazz Club Gajo, como santuario de jóvenes artístas esté por desaparecer es un contrasentido, es darle la espalda a una parte de la vida cultural de una ciudad. Espero que el espíritu y la experiencia de Drago Gajo puedan suplir a los "nefastos padrinos" y su club sea defendido por sus seguidores.
Magnífica aportación la tuya, como siempre, a la cultura y a la paz, porque quien trabaje por la cultura lo hace por la construcción de la paz.
Un abrazo desde la ciudad de México, una ciudad pletórica de contrastes.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Muchas gracias, María Eugenia, por tus palabras de cuya sinceridad no me cabe la menor duda. Si admito lo de la densidad es por haberme excedido, probablemente, en los detalles, no siempre necesarios. Pero sí es cierto que lo que escribo puede despertar interés en algunas personas para profundizar en los temas: internet es una herramienta utilísima para hacerlo.
Me preocupa el declive de la cultura, que con seguridad no es tan evidente en América latina como en Europa. Ahí todavía bulle apasionadamente el espíritu creativo (y creo que Brasil es el mayor ejemplo en tal sentido), mientras que Europa va envejeciendo y se inclina cada vez más hacia lo que resulta rentable económicamente: las posibilidades para los jóvenes se reducen. Es una realidad que estoy percibiendo en los últimos años, y en cierto modo me resulta esperanzadora esa otra realidad más allá del Atlántico.
Un abrazo cordial desde esta calurosa Barcelona en pleno auge estival.

Bruno dijo...

He sido en Lubiana el pasado Julio, una ciudad muy bonita que tiene un ambiente peculiar. Bonitissimo el mercado y el puente triple, la gente era muy tranquila y amable.

Me gustè mucho Eslovenia, tambien Postumia es un sitio increible... De todos modos estoy muy fascinado da todas las zonas de frontera, y aquella zona mitteleuropea, ex Asburgo es toda asì...

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Tienes razón, Bruno. Eslovenia tiene un encanto especial y una geografia muy diversa a pesar de su pequeña extensión geográfica. También las ciudades menores (Maribor, Kranj) son muy interesantes.
A mi también me interesan los espacios fronterizos y, como dices, casi toda Eslovenia lo es, de algún modo.
Gracias por tu comentario y un saludo cordial.

Anónimo dijo...

Albert, confieso que he tenido que consultar un mapa para poner cara a Liubliana, a la sazón capital de Eslovenia. Me gustan las ciudades "contradictorias", eso imprime carácter. Me han llamado la atención esos dragones verdes (como lo es casi todo allí -escribes tú) También la capitalidad mundial del libro en 2010. En cuanto al Jazz, ya sabes que soy seguidora de esta música, pero no creo que haya que sacar los pies del tiesto; si hay o no clubs de jazz no me parece tan relevante al lado de otros encantos de este pequeño país y su capital.
Un verdadero gusto poder conocer sitios que están ocultos detrás del “ruido y la furia” de las rutas "comerciales"

Un cariñoso saludo.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Gracias, Susan. Cuando escribía este artículo, de pronto me vino a la cabeza tu afición al jazz en directo y pensé que lo que ocurría en Liubliana era una mala pasada para las personas como tú. En fin, quiero creer que hay otros lugares donde los músicos encontrarán cobijo.
Luibliana es una ciudad agradable, a pesar de no ser una gran capital en el sentido al que estamos acostumbrados; eso es quizá lo que le imprime el encanto que tiene.
Un saludo muy cordial.

SONYA 972 dijo...

je passe te souhaiter une très belle semaine
belle nuit

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Qu'elle soit une belle semaine aussi pour toi, Sonya !
Salutations amicales.

Pame Recetas dijo...

Interesantísimo tu artículo. Me encanta pasar por acá y encontrar tantos datos y novedades. SIn duda la cultura a perdiendo terreno en la sociedad de consumo, por suerte restan personas como tú que le dan la importancia que tiene.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Pamela: agradezco que me animes con tus palabras. Es verdad que aún quedan bastantes personas que aman la cultura y se esfuerzan para divulgarla. Modestamente, hago lo que puedo para contribuir.
Un saludo cordial.

Maria Fischinger dijo...

Cuando los aliados declaron la ciudad de Trieste como ciudad Italiana a los eslovenos les dieron un dia para desocupar sus casas. He conocido gente que dejo salio de la ciudad con la ropa que vestian y algunas pocas cosas que pudieron sacar, no he visto a ningun esloveno que hoy en dia este tirando bombas ni reclamando este hecho. Todos estan enfocados en mejorar sus vidas.

Maria Fischinger dijo...

Lazzaro mi comentario anterior is casi la continuacion a mi nuevo comentario anterior sobre las familias italiano eslovenas.
Eslovenia es una nacion muy pequena que como tu has mencionado esta desmembrada, parte esta en Italia y otra en Austria. Eslovenia es una nacion que sobrevive evitando el conflicto que otras naciones enfrentan.
Mi suegro nacio en Graz, Austria, pero de una familia era de raices eslovenas, su familia adopto el lenguage aleman y las costumbres austriacas pero no abandonaron la lengua eslovena ni sus costumbres y luego emigraron a Ljubjlana
Tu articulo enfoco ese aspecto y me parecio muy interesante.

Un beso
Maria
Disculpa que no tengo los simbolos ortograficos en mi comp.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Maria, tienes mucha razón, pero ten en cuenta que la historia de aquel período es muy compleja y, de hecho, todos los bandos cometieron atrocidades, más o menos graves. También la Yugoslavia de Tito obligó a los italianos de Fiume (hoy Rijeka, en Croacia) a adoptar la nacionalidad yugoslava o cruzar la frontera, y fueron muchos los habitantes de la ciudad que se tuvieron que ir con lo puesto. Lo relata muy bien, y sin ningún rencor, Marisa Madieri en su excelente libro "Verde acqua" (publicado en castellano y en catalán por la Editorial Minúscula de Barcelona): ella era una niña cuando su familia tuvo que abandonar Fiume para refugiarse en Trieste, en 1947.
La historia no se puede modificar y lo que ocurrió, ocurrió. Por suerte, los eslovenos de Trieste han podido recuperar sus instituciones y poco a poco restablecer su cultura en la ciudad: uno de los máximos exponentes de esa cultura es, precisamente, el escritor esloveno triestino Boris Pahor (¡que acaba de cumplir 97 años!), cuya novela "Necrópolis" hay que leer para entender un poco mejor la historia de Europa durante el último siglo.
Muchas gracias, Maria, por tus comentarios.