De este modo suelen llegar los migrantes a la isla griega de Lesbos
en busca de refugio. Al fondo, la costa turca.
(Foto © Picture Alliance / Scanpix Denma)
La guerra que asola, sobre todo, Afganistán, Pakistán,
Irak, Yemen y Siria en esta segunda década del siglo XXI ha provocado una de las
migraciones más imponentes y dramáticas de la historia reciente de Europa. Nos
enteramos por informaciones, a menudo sesgadas, de los medios de comunicación.
Nos duelen algunas imágenes, algunas crónicas, algunos relatos, pero en realidad sabemos bastante poco de la atroz realidad: la magnitud del drama es inconmensurable.
Millones de habitantes de aquellos países –a los que se
han unido muchos africanos– han abandonado sus casas, sus pertenencias e incluso a algunos de sus familiares para buscar refugio en países vecinos, como
el Líbano o Jordania, que se han prestado a acogerlos (provisionalmente) en
campos habilitados a toda prisa, en condiciones casi siempre precarias. Y
centenares de miles de ellos han llegado a Europa con la engañosa esperanza de
ser tratados humanitariamente.
Sin embargo, nuestra vieja y decadente Europa ha olvidado
que de ella, en los dos últimos siglos, salieron millones de emigrantes huyendo
de la miseria, las persecuciones y las guerras hacia América y Australia, donde
pudieron rehacer sus vidas. Algunos países europeos han
demostrado su absoluta falta de solidaridad e incluso han levantado
barreras para impedir el paso de los fugitivos (el caso más aberrante es el de
Hungría). Otros se mantienen en un silencio cómplice. Muy pocos han ofrecido asilo (aunque selectivo) a una pequeña parte de esa
inmensa masa de desesperados.
Muchos refugiados consiguieron cruzar las alambradas tendidas
a lo largo de la frontera entre Serbia y Hungría para poder
avanzar hacia otros países europeos.
(Fuente: Sputnik France)
A esos seres humanos, muchos de los cuales jamás
regresarán a sus países de origen (¿cuántos han dejado sus vidas por el
camino?), habría que añadir los que cruzan el Mediterráneo desde el norte de
África, pero ese es otro capítulo del infinito drama humanitario.
Ahora que esa calamidad empieza a pasar a segundo
plano informativo, el transeúnte, a modo de denuncia, ofrece uno de los muchos
testimonios que se han ido recogiendo en los últimos meses: la mayor parte de
ellos no ha hallado hueco en los medios de comunicación convencionales, que
tratan de ocultar la desvergüenza de los gobiernos y las instituciones de la Unión Europea,
aunque, como afortunadamente suele ocurrir en estas situaciones, en casi todos los países la población civil ha sabido estar a la altura de las circunstancias
demostrando su generosidad y solidaridad.
Testimonio de una
voluntaria francesa de Médicos del Mundo
Por Marjorie
Boyet
A su regreso de Lesbos, donde ha trabajado durante
cinco semanas para la ONG Médicos del Mundo atendiendo a refugiados procedentes
de las costas turcas, la cardióloga francesa Brigitte Maître relata los
sufrimientos de que ha sido testigo directo y pone en guardia sobre las
“discriminaciones” entre migrantes en busca de refugio.
La doctora Brigitte Maître.
(Fuente: Mâcon Infos)
(Fuente: Mâcon Infos)
El pasado 3 de agosto la doctora Brigitte Maître
viajó a la isla griega de Lesbos. En el
“campo de recepción” de Moria, dice,
fueron agrupados “entre 700 y 800” refugiados afganos, mientras que alrededor
de aquel centro se hallaban concentrados “unos 2000 o 3000” más. Los sirios fueron
reagrupados en la localidad de Kara Tepe.
El Alto Comisariado de las Naciones Unidas para
los Refugiados (ACNUR) calcula que alrededor de 20.000 candidatos al exilio se encuentran
actualmente en Lesbos. Los equipos de Médicos del Mundo atienden
diariamente a 500 refugiados, según esta cardióloga francesa. Entre los sirios
ha encontrado a “heridos de guerra, víctimas de estallidos de obuses, con
horribles llagas infectadas”. “Vi a una familia afectada por armas químicas y
otras cosas que jamás hubiera imaginado”, explica esta doctora sexagenaria,
veterana de otras misiones humanitarias en África y el Próximo Oriente.
Aspecto del campo de refugiados de Moria.
(Foto © Tasos Markou / Demotix)
La aventura de cruzar el mar desde Turquía deja
“grandes moratones y llagas producidas por el roce contra las rocas, y quemaduras de
primer y segundo grado a causa de la exposición al sol, especialmente en niños.
En la última semana, cinco personas murieron ahogadas”, añade la facultativa.
“Cuando llegan a las costas griegas, los refugiados tratan de continuar viaje
hacia Alemania, Suecia, Bélgica, Dinamarca o el Reino Unido, pero son pocos los
que eligen Francia como destino final.”
“La igualdad de oportunidades brilla por su ausencia.
Los sirios consiguen sus papeles en un máximo de cinco días. Para los demás, la
espera puede ser de dos o tres semanas, ya que el gobierno griego ha
establecido prioridades”, dice, y advierte contra el peligro de discriminación
entre los refugiados.
“¿Por qué todo el mundo prefiere a los sirios? No
puedo decirlo, porque apenas he estado cinco semanas con ellos: son gente como
nosotros, he encontrado a abogados, médicos, dentistas, personas con
estudios que en muchos casos disponen de dinero; además, llegan después de un
recorrido breve y sus condiciones físicas no están tan mermadas”, añade la
voluntaria de la ONG.
El cuidado campo de refugiados de Kara Tepe,
donde están acogidos los refugiados sirios.
(Foto © Daniel Elkan / IRIN)
Por el contrario, la situación de los otros
refugiados, como “los afganos, que ya han sufrido cuatro meses de humillaciones
antes de llegar allí, cuya cultura está más alejada de la nuestra”, se agrava
durante su estancia en Lesbos. Según la doctora Maître “desarrollan la
enfermedad del hambre u otros males epidémicos, y van a continuar su ruta hacia
el norte de Europa muy debilitados”.
“Teóricamente, todos los refugiados gozan de igualdad
de oportunidades a la hora de solicitar asilo”, continúa. Según ella, la
organización en la isla de Lesbos se puede considerar bastante buena, y pone
como ejemplo la ciudad de Mitilene, donde “la solidaridad ha sido ejemplar,
prueba de que cuando la gente se organiza bien todo funciona”. Allí, el alcalde ha
movilizado a los servicios públicos, pero también a los ciudadanos, y ha
colaborado en la instalación del hospital de la ONG.
El campamento instalado en el puerto de Mitilene
a instancias del alcalde, Spyros Galinos.
(Fuente: ekathimerini.com)
“Los propios griegos preparan diariamente un millar de raciones de comida y las distribuyen entre los dos principales centros de acogida
de la isla"; además proporcionan ropa y productos higiénicos. Pero la doctora
teme que “la gran oleada” de migrantes no cesará al menos hasta mediados de
octubre, ya que los “pasadores” incitan continuamente a los candidatos al
exilio para que se aventuren antes de que empeore el estado del mar.
Este testimonio
fue publicado por la agencia France Press (AFP) el 11 de septiembre de 2015. Ha
sido traducido y adaptado por Albert Lázaro-Tinaut.
5 comentarios:
Como se entiende que una Europa que ha soportado las migraciones en sus propios ciudadanos puedan estar mirando hacia otro lado, las burocracias hacen que personas que vienen de sus países llenas de sufrimiento y miedos se encuentren desprotegidas por los propios estados políticos y que sean las ONG las únicas que les da ayuda y les proporciona amparo.
un abrazo
fus
Se entiende, fus, porque la defensa de ciertos intereses (sobre todo económicos) mueve a los gobernantes al egoísmo, y si alguno intenta ganarse la simpatía de los europeos (por razones de conveniencia y de "márqueting"), como la cenciller Merkel, ha de dar marcha atrás por las presiones que recibe en su propio país. Lo del "reparto" es demencial, parece que se quieran repartir bocadillos de queso; y los países que se oponen a recibir refugiados (entre otros, Hungría, Eslovaquia, la República Checa y Rumanía) no solamente no cumplen por el mandato europeo (si es que existe), sino que quedan excluidos del reparto y éste se ajusta de nuevo.
La memoria histórica suele convertirse en amnesia histórica, y eso lo vivimos también aquí con respecto a los republicanos vencidos en la guerra civil, con la reticencia a abrir las fosas comunes, cuando en la mayoría de países eso ha sido superado. Triste constatación, pero no es algo nuevo en la historia de la humanidad..., que se repite y se repite.
Gracias, como siempre, por tu comentario.
Y el problema es el origen de todo esto. Y en ninguno de los casos se habla de ello. En Siria no creo que estén bombardeando sólo los rusos. Me gustaría saber el papel que juega Europa en esa guerra y si esa preferencia por los sirios no es una especie de "lava-conciencias". Nadie tendría necesidad de dejar su casa, si el reparto económico fuera justo y equilibrado. Pero parece que hablar de igualdad y de justicia social es pecado y el que rechaza el neoliberalismo como religión es un antisistema. Así vamos.
Saludos.
Puede que tengas razón, Nury ruri. La información se manipula muy fácilmente y suelen hacernos creer en enemistades furibundas que, en realidad, son solamente aparentes (así, por ejemplo, alguien que me parece bien informado me habló de colaboración entre los servicios de inteligencia israelíes e iraníes..., cosa que no puedo afirmar ni desmentir). Vivimos inmersos en una gran mentira que, sin duda, beneficia a una pequeña parte de la sociedad (que, no por casualidad, es la más asocial), y estoy de acuerdo contigo en algo que he dicho muchas veces, últimamente: las religiones tradicionales están en claro declive (¿qué relación tienen los islamistas radicales con el Corán, por ejemplo), y el neoliberalismo las suple (y es tan peligroso como ellas, si no más). La falta de transparencia hace que todo sea creíble..., e increíble.
Te agradezco el comentario.
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