16 enero 2013

¿Qué hay de cierto en el trasfondo de la caída de Nicolae Ceauşescu en Rumanía?


Manifestantes rumanos en las calles de Bucarest el 22 de diciembre de 1989 
con la bandera nacional sin los símbolos comunistas. (Fuente: BBC News)


Penetrar en los entresijos de la historia siempre es tarea arriesgada, y si este transeúnte lo hace ahora, procura que sea cautamente, basándose en informaciones relativamente recientes que le parecen verosímiles con la perspectiva de más de veinticuatro años desde los acontecimientos relatados.

Lo último que leyó sobre el tema se debe al periodista italiano Luca Negri, quien en el periódico romano L’Occidentale ofrecía datos relevantes, de ser ciertos y estar contrastados, sobre la realidad de la denominada Revoluția română din 1989 (‘Revolución rumana de 1989’) que estalló en la ciudad transilvana de Timişoara el 16 de diciembre de aquel año y concluyó con el vergonzoso juicio sumarísimo y la inmediata ejecución de Nicolae Ceaușescu y su esposa Elena en Târgovişte el 25 de diciembre, tras la huida de ambos del palacio presidencial de Bucarest tres días antes.

El helicóptero en el que huía 
el matrimonio Ceaușescu desde 
la sede del Comité Central del 
Partido Comunista Rumano 
(22 de diciembre de 1989).

Dice Negri que “en general, nos fiamos poco de las revoluciones que consiguen cambiar el régimen de un país […], pues deberían ser consideradas más bien golpes de Estado”. Aunque es cierto que, incitados por aquella inmensa manifestación popular del 16 de diciembre en Timişoara y los por líderes en la sombra que la organizaron, los habitantes de Bucarest salieron multitudinariamente a las calles y boicotearon un discurso del dictador, quien en un momento dado comprendió que sus veintidós años en el poder llegaban a su fin e intentó desesperadamente huir en helicóptero con su esposa; si bien la revuelta de Bucarest fue popular y supuso la expresión del odio de sus súbditos al Conducător (‘líder’ o ‘caudillo’), parece que algo se estaba cociendo entre bambalinas.

Sobre ello investigó a fondo durante dos décadas el periodista rumano Grigore Cartianu, quien en 2010 publicó el polémico y voluminoso libro Credeam că facem revoluţie, nu lovitură de stat (‘Creíamos que era una revolución, no un golpe de Estado’), en el que saca conclusiones que a este transeúnte le parecen interesantes.

Grigore Cartianu.

En opinión de Cartianu, después de aquella revuelta decisiva tuvo lugar una “contrarrevolución” todavía más sanguinaria (se calcula que durante la Revolución rumana hubo más de 1100 muertos) en la que estuvieron implicados numerosos exponentes del régimen comunista próximos a Moscú. Ceaușescu había plantado cara a la URSS –se había opuesto abiertamente a la intervención en Checoslovaquia, en 1968, por ejemplo– y pretendía que su régimen fuera independiente de las directrices soviéticas, lo cual lo convirtió en un déspota que, aunque despertara simpatías en Occidente, lo equiparaba en cierto modo, por su línea dura, a líderes intransigentes como el norcoreano Kim Il Sung.

En aquel mes de diciembre de 1989 la perestroika de Gorbachov empezaba a derrumbar el Telón de Acero y el muro de Berlín ya había caído. Poco antes, personalidades significadas de la política occidental habían rendido honores al Conducător, quien, rodeado de una “corte” fiel, alentaba a la perfección el culto a su personalidad y a la de su esposa Elena (quien, sin haber terminado siquiera los estudios primarios, acumulaba títulos científicos de varios países). Sin embargo, y en ese contexto, el presidente de los Estados Unidos, George Bush (padre), y Mijaíl Gorbachov urdieron –según Cartianu– una trama para hacer caer el régimen rumano: sutilmente, la Unión Soviética iba infiltrando tanto en el ejército de Rumanía como en la tristemente célebre Securitate –los temidos servicios secretos del partido comunista rumano– a muchos de sus agentes. ¡Cuesta creer la afirmación del periodista según la cual llegaron a entrar en el país, sin levantar sospechas, casi setenta mil agentes soviéticos!

A partir de tales interrogantes se podría deducir que los movimientos revolucionarios de diciembre de 1989 no fueron tan “espontáneos” como siempre se ha asegurado: el Kremlin, con el beneplácito de Washington, podría haber estado detrás de aquellos movimientos y habría hecho caer en una trampa (mortal, en este caso) a Nicolae Ceaușescu, ante la evidencia de que éste jamás se habría sumado a los grandes cambios que se preparaban en el panorama europeo.


Nicolae Ceaușescu y su esposa Elena tras su detención. (© AFP)



Ello no justifica, sin embargo, que el matrimonio Ceaușescu fuera literalmente linchado en un proceso muy poco judicial y muy confuso, y abatido a tiros como si de alimañas se tratara. Lo que ocurrió tras la Revolución rumana, hechos como los del 14 de junio de 1990, promovidos por los nuevos gobernantes “democráticos” de Rumanía para “calmar los ánimos” de la ciudadanía, demuestran que la situación no estaba controlada. Aquel día convencieron a veinte mil mineros de provincias para que llegaran a Bucarest, armados con barras de hierro, para atajar un supuesto “complot fascista”: durante dos días, aquellos hombres engañados sembraron el pánico en las calles de la capital del país agrediendo a opositores, periodistas y viandantes, creyendo que así colaboraban a asentar la democracia. No hicieron más que asentar en el poder a quienes se habían apoderado de él tras la caída del régimen sanguinario y desaforado del Conducător.


Otra imagen de la revolución: un grupo de manifestantes 
se ha apoderado de un carro de combate.  R. Sigheti/Reuters)


¿Qué hay de cierto en lo que explica Grigore Cartianu y se ha divulgado ampliamente en Rumanía desde que se publicó su libro (que ha inspirado otras obras sobre el tema)? Este transeúnte no juzga nada, se limita a explicar algo a lo que no parece que hayan prestado mucha atención los media occidentales. Nos quedamos con la sensación de que aún hoy, en Rumanía, las cosas parecen no estar muy claras.


Clicad sobre las imágenes para ampliarlas.

9 comentarios:

fus dijo...

Yo tengo claro, que las polìticas a ese nivel no se cambian de una forma expontànea, doy por seguro que las dos grande potencias estaban aliadas preparando el cambio. Muchas gracias por tu informaciòn.

un abrazo

fus

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Siempre debe sospecharse que hay algo más de lo que se nos cuenta oficialmente tras los grandes cambios políticos y sociales. La caída del comunismo y del Muro de Berlín no fueron fruto de la casualidad ni de factores históricos propicios (que también los hubo, aunque fueron más propiciados que propicios), como se nos hace creer: en el trasfondo siempre hay oscuros intereses que favorecen a los grandes lobbies económicos y, claro está, a los oportunistas: ¿cómo se explica, si no, que en pocos años hayan surgido tantísimos multimillonarios en Rusia, por ejemplo? No hay que tener vista de lince para darse cuenta de que esta "crisis" que sufrimos algunos es una consecuencia directa de la desaparición esa gran potencia que era la URSS, y no tardaremos muchas décadas en ver cómo otra gran potencia, China, se comerá a los Estados Unidos e impondrá su ley en el Planeta. Las grandes casualidades no existen...

Unknown dijo...

Las revoluciones Comunistas siempre al final Caen por su propio peso.

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

No sólo las comunistas, Alfredo. Ha habido revoluciones de otros signos: no olvidemos las árabes, muy recientes, que no eran precisamente comunistas; todavía no han triunfado del todo (el colonialismo europeo estropeó muchas cosas, especialmente las relaciones tribales), pero ya son una señal importante del cambio de los tiempos. No soy partidario de generelizar (tu "siempre" me parece que sobra): hay que haber leído bien la historia y saber que antes de que el comunismo existiera hubo muchas revoluciones, incluso burguesas.

Emilia S dijo...

HOla!! tu blog está genial, me encantaria enlazarlo en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.

me respondes a emitacat@gmail.com

besosss

Emilia

Anónimo dijo...

Bonjour, c'est vraiment intéressant, merci transeuntenorte.blogspot.ru

Anónimo dijo...


Hola Albert, muy bueno tu último post. Te paso un extracto extracto del libro The Craft of Intelligence (El arte de la Inteligencia), cuyo autor, Allen Welsh Dulles, fue director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) entre 1953 y 1961. Creo que está bastante claro lo que realmente hubo detrás del desmantelamiento desde arriba de la Unión Soviética. Se trató en gran medida de una operación organizada desde occidente con el soporte de la élite que dominaba el cotarro en esos países. Por lo demás recomiendo a tus lectores que se pasen por el blog "Crónicas húngaras" de Jozko, o por "Cartas del Este" del profesor de la Universidad del País Vasco, Asier Mendoza. También es recomendable "Un vallekano en Rumanía". Aunque su autor tal vez mantenga una posición militante tal vez demasiado apasionada.

Los blogs som fáciles de encontrar. Símplemente utilizando el google.

Un saludo y nuevamente felicitaciones por tu blog y tu trabajo de divulgación.

Argonautas
http://cartasdesdeleste.blogspot.com


«Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad. En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas [como] innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo [y] la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.

Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos (…)».

Allen Welsh Dulles (The Craft of Intelligence, 1963)

Juan Antonio Torron Castro dijo...

Como siempre, muchas gracias por toda esta extensa documentación y si yo tambien creo que las cosas no ocurren así por que sí, lástima que tambien siempre, los que mas sufren, son los mas desfavorecidos. Me alarma mucho todo lo que está ocurriendo actualmente incluido lo del Papa.

Saludos.-

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.