Sentada en un banco en la sombra, / en la plaza empedrada
de la iglesia de San Demetrio, / en Sliven, mi ciudad...
Nacida en Sofía (Bulgaria) en septiembre de 1947, Zhivka Baltadzhieva
reside en Madrid desde hace unos cuantos años. Su infancia, que transcurrió en
la ciudad de Sliven, en la Bulgaria central, no se libró de aquella terrible
postguerra en la que Stalin dictaba su trágica y sanguinaria ley a los pueblos
que quedaron sometidos a la influencia de la Unión Soviética: mucho se habla
del Gulag en el interior de la URSS, pero muy poco se conoce todavía en el “Occidente burgués” de la brutal represión que se ejerció en otros
países, como Bulgaria, Rumanía o Albania. Ella vivió ese terror en su propia
familia y creció con el dolor y la terrible impotencia ante la separación de su padre, juzgado por el llamado Tribunal del Pueblo, encarcelado e internado sucesivamente en campos de trabajos forzados entre 1947 y 1974 por el régimen del todopoderoso
Gueorgui Dimitrov, a quien en 1954 (tras un breve mandato del también estalinista
Valko Chervenkov) sucedería como líder supremo de la entonces República
Popular de Bulgaria Todor Zhivkov, cargo en el que se mantendría hasta la caída
del régimen comunista, en 1989.
Después de licenciarse en Filología Búlgara y Rusa en la Universidad Sveti
Kliment Ohridski de Sofía, y tras un largo periplo vital, Baltadzhieva llegó a
España en 1990 y se doctoró en Filología Eslava y Lingüística Indoeuropea en la
Universidad Complutense de Madrid, donde ejercería la docencia hasta su jubilación.
Mientras tanto escribió varios libros de poesía, en búlgaro y en español: Plexo solar, Iluminación diurna, Poema ajeno, Pequeño poema extranjero, Al final del bosque verde, Mitologías apátridas, Nunca…; tradujo al español a algunos
autores búlgaros, como
Hristo Botev, Blaga Dimitrova o Antón Donchev, y al búlgaro la mayor parte de
los poemas de Federico García Lorca, así como sus Comedias imposibles.
Edificio histórico de la Universidad Sveti Kliment Ohridski de Sofía.
Fuga a lo real
Hace poco, Zhivka Baltadzhieva publicaba en Facebook una cita de
Viktor Gómez Valentinos:
“Las matemáticas y la poesía superan las
expectativas de la razón pues muestran la verdad. No toda la verdad, pero a
menudo los precisos fragmentos para la justicia sobre lo cotidiano y la memoria
de lo suficiente. Esto es posible sólo desde su incuestionable autonomía y no
servidumbre a ninguna presión de poder, a ningún supuesto o a priori, pues lo
real acontece en cada momento como un relámpago en un lugar distinto, sin
pre-aviso, sin intención otra que transmitir una información a quienes sepan
observar.”
No es
una cita casual, puesto que responde perfectamente a la concepción que ella
tiene de la poesía, en la que la ciencia está muy presente. Y ejemplos de ello
los encontramos permanentemente en su magnífico poemario bilingüe (español y
búlgaro) Fuga a lo real / Бягство в
реалността.
No es la
poesía de Zhivka Baltadzhieva una poesía intelectual (pese a que lo intelectual
está en su trasfondo); alguien ha encontrado
en esa poesía, atípica en la tradición literaria búlgara, una forma de
expresión muy personal que fusiona lo hondo del Yo con el infinito, una voz
lírica turbada y perturbadora donde los múltiples cambios operados en el
significado de la palabra representan la metamorfosis desde su propio interior,
un mundo que cambia de signo. Tampoco es, aunque pueda aparentarlo, una poesía de lo cotidiano, de la experiencia, aunque la experiencia recorra
sus páginas. Se trata de una poesía difícilmente clasificable, entrañablemente
personal, si se puede entender ese adverbio en el sentido de la introspección,
pero también de la capacidad de transmitir, a menudo con un lenguaje carente de
toda pretensión, unos sentimientos profundos que llegan al lector como las
notas de una sonata de Bach –ella misma confiesa que Bach está en los orígenes
de su sensibilidad poética–, trágica aunque melodiosa.
Ello no impide que algunos poemas nos impresionen por su cruda sinceridad,
como el que abre el libro:
¿Cuántas voces son necesarias
para no entender el mundo?
¿Cuántas voces inflamadas?
¿Cuántas cuerdas vocales rotas?
¿Cuántas palabras prefabricadas?
Para no entender.
Quedarse perplejo o indolente.
Salir del cuarto de estar.
Salir.
Toda una declaración de intenciones, sin duda. Pero, a la vez, la crudeza de algunos versos se reemplaza por otros llenos de ternura, fruto de esa introspección desde la que siempre observa y está atenta al día a día: “Florecen en primavera en mi calle lejana / los tilos. Conmueven el aire” (¡cuánta nostalgia contiene aquí la palabra lejana!); o bien “Este año las golondrinas llegan diez días antes”.
Sin embargo, no hemos de dejarnos engañar por tales expresiones
líricas, ya que si juzgáramos la poesía de Zhivka Baltadzhieva a través de
ellas cometeríamos un grave error: sus composiciones son, sobre todo, críticas,
a veces parecen incluso mazazos contra las injusticias, pasadas y presentes, de
nuestra sociedad. Porque tras esas golondrinas que se adelantan en el
calendario primaveral (en el poema “Protocolo de Kyoto”)
encontramos unos versos estremecedores: “En
las laderas de la Cornisa Cantábrica / los urogallos se muestran dóciles, luego
obscenos te piden caricias / y encolerizados te persiguen. / Hembras de
moluscos con pene y ballenas macho con útero y ovarios / vienen a suicidarse a
las orillas de nuestras playas. / Las cigüeñas no migran. Migran los bosques.
¿O marchan furiosos? / No hay ni charco / para lavarse las manos”. Estamos,
pues, ante un doloroso poema de denuncia, y no es el único.
Araña-ardilla (montaje
fotográfico de Ken Newquist).
(Fuente: The Secret Lair)
Quizá entre lo más recurrente en este libro estén las alusiones a la
literatura y la mitología clásicas, explícitas o intuidas: Homero, Ovidio,
Dante, la Biblia…, como referentes literarios; y Ulises, Orfeo y Eurídice,
Casandra, Aquiles, como representantes de ese mito. El mito es utilizado
también para referirse a los progresos de la ciencia, a la conquista del
Espacio (“Cabo Cañaveral, abril, 2001. /
Odisseo parte a las cuatro de la mañana / a través del Universo plano / un
parámetro / entre otros / del eje espacio – tiempo”). Homenajea, además, Zhivka
a otros poetas y escritores que ella admira: su compatriota Hristo Botev (el
gran romántico y revolucionario búlgaro del siglo XIX), Miguel Hernández, y
también, entre líneas, a Lorca, Rimbaud, Shakespeare, Goethe, Gógol, Marina
Tzvetáieva, Dostoievski, Dimcho Debeliánov (otro notable poeta búlgaro); a
músicos como Bach o Mozart; a artistas
insignes como Miguel Ángel, Leonardo o Goya.
El poeta y revolucionario búlgaro
Hristo Botev (1848-1876).
El poeta y revolucionario búlgaro
Hristo Botev (1848-1876).
Y como gran telón de fondo, un motivo bajo el que seguramente se reúne lo mejor, o lo más íntimo, de la poesía de Zhivka Baltadzhieva: la nostalgia, los recuerdos imperecederos de su país (“Aquí estoy. Eternamente es dos de junio. / Tres horas tan sólo / y estoy en Kalofer”, o “Sentada en un banco en la sombra, / en la plaza empedrada de la iglesia de San Demetrio, / en Sliven, mi ciudad, mi paisaje genético…”); nostalgia representada sobre todo por uno de sus mejores poemas: “Breve historia búlgara”.
El transeúnte deja para el final lo que dice Ángel Guinda en el
prólogo del libro: “El poeta francés del XIX Sully Prudhomme afirmaba que ‘la
poesía es un dolor’. La poesía de Zhivka es hija del dolor. Pero no del dolor
estéril, por destructivo; sino del dolor fértil, por edificante: ese dolor que
convierte la existencia en una resistencia activa contra la adversidad, nunca
en una claudicación”. Difícilmente se puede resumir mejor este poemario de
Zhivka Baltadzhieva, del que el transeúnte se ha limitado a dar unas pinceladas
descriptivas y orientativas. Quienes, para acabar de animarse a comprar el
libro, deseen leer algunos de los poemas que contiene, pueden encontrarlos en
la plaquette de la colección Carmina in
minima re, reproducida en el blog de la misma, a la que se accede desde aquí.
Albert Lázaro-Tinaut
Zhivka Baltadzhieva,
Zhivka
Baltadzhieva: Fuga
a lo real / Бягство в реалността
Prólogo de Ángel Guinda
Ediciiones Amargord, Madrid, 2012. 168 páginas.
Prólogo de Ángel Guinda
Ediciiones Amargord, Madrid, 2012. 168 páginas.
Clicad sobre las imágenes para ampliarlas.
10 comentarios:
Mis felicitaciones al Transeúnte por su estupendo artículo que da buena idea de la poesía de nuestra querida y admirada Zhivka. Transeúnte eres también en pos de las huellas que van dejando las palabras en el bosque de la poesía.
Abrazos Albert, un día de cuento la energía positiva que puede desencadenar actos como éste tuyo. Lo sé. Es una palabra que camina despacio y entra en la sangre de quien la articula.
Zhivka, mi enhorabuena por tu poemario que enciende una nueva luz en esta desolación, Te añado algunos palabras que un día pronuncié ante la tumba de Miguel Hernández y que ahora están en mi libro "La palabra devagar". Sé que las compartes (compartís-comparten):
"Cuando el poeta expresa su dolor, el odio se vacía. Cuando el dolor humano es un poema encendido en el aire que todos respiramos, empezamos a entendernos. A todos nos duele en el mismo sitio. Nos duele con la misma intensidad. Entonces, somos huérfanos del mismo padre, nos ha parido una misma madre. Hemos llorado por nuestros muertos y celebrado el encuentro con el amor que esperábamos.
Desilusión, abandono, rechazo, humillación, tortura hemos sentido al unísono. Hemos llenado los ascensores hacia el silencio y el olvido. Y, al final, cuando la vanidad se desprende de nuestra piel ajada, nos sentamos a recordar no el dolor sino los momentos aquellos de la sonrisa y el canto, las palabras detrás de las palabras muertas. Y caemos en la cuenta de que somos animalitos caídos al mismo pozo de la vida, por el mismo hueco. Ya no importa caer, el destino será otra flor si extendemos la mano sobre la piel del otro".
Besos y abrazos.
Antonio Arroyo
Um lindo post, amigo!
Um grande abraço!
Antonio, muchas gracias por tu hermoso comentario: me alegran las palabras que le dedicas a Zhivka, muy merecidas, como persona y como poeta. Por mi parte, me satisface haber aportado algo a la divulgación de este libro, que sin duda lo merece con creces.
Un fuerte abrazo.
Albert
Muchas gracias también a ti, Sônia, por tu comentario, y un abrazo desde Barcelona.
Albert
Conmovedora entrada, me ha emocionado. Aunque ya conocía la plaquette de Zhivka Baltadzhieva, la he vuelto a leer otra vez desde "tu mirada", y sí, llegan hondo, muy hondo sus letras. Conseguiré su libro FUGA DE LO REAL.
Un abrazo.
Te agradezco mucho el comentario, Mercedes, y no sabes cómo me alegra haber conseguido con mis palabras que entraras a fondo en el rico mundo poético de Zhivka: ella lo merece.
Un abrazo también para ti.
Un placer pasar por este blog y descubrir a gente tan sumamente interesante. Gracias.
Gracias a ti, Nury.
Ha sido un placer llegar a tu Blog y develar con espectación tu creatividad y talento. Muchas gracias, voy a incluirte dentro de los blogs que recomiendo.
Un abrazo.
Transeúnte, hace días ya había leído este texto sobre la poética de Zhivka Baltadzhieva, y siento tal como lo decís : una forma de expresión muy personal que fusiona lo hondo del Yo con el infinito.Creo que es maravillosa la poesía de ella, tal como tus palabras. Gracias por compartirlo, he tomado de ellas la biografía para compartirla. un abrazo
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