Monumento al esclavo, conocido como “le Nègre Marron” (‘Neg Mawon’
en criollo), obra del escultor haitiano Albert Mangonès (1917-2002),
erigido frente al Palacio Presidencial de Puerto Prícipe en 1970.
en criollo), obra del escultor haitiano Albert Mangonès (1917-2002),
erigido frente al Palacio Presidencial de Puerto Prícipe en 1970.
(Fuente de la imagen: © University of Florida George A. Smathers Libraries)
La rémora de la esclavitud
Baila, baila, Zarité, porque esclavo
que baila es libre… mientras baila. Isabel Allende: La isla bajo el mar
que baila es libre… mientras baila. Isabel Allende: La isla bajo el mar
Si alguien quiere comprender mejor la realidad histórica de Haití, el primer país de Latinoamérica que alcanzó la independencia (1804) [1] después de que el ambicioso líder local Jean Jacques Dessalines y sus leales vencieran a las tropas coloniales francesas y él se proclamara emperador, tras una larga y compleja revolución –iniciada en agosto de 1791 por un sacerdote de la religión vudú conocido como Boukman–, el transeúnte le aconseja que se lea la novela de Isabel Allende La isla bajo el mar [2], que narra las fortunas y adversidades de una esclava mulata vendida a la edad de nueve años al dueño de una de las mayores plantaciones de caña de azúcar de la isla de Santo Domingo (conocida también como La Española), el francés Toulouse Valmorain.
Se trata, bajo la apariencia de una novela de amor y lucha en la que Zarité, la esclava, persigue algo tan preciado como la dignidad personal, de un interesante retablo donde se muestra una isla sometida cruelmente a los extranjeros, que la habían colonizado y convertido literalmente en prisión: de las aproximadamente 300.000 personas que poblaban Haití a mediados del siglo XVIII, sólo unas 12.000 –blancos y mulatos– eran ciudadanos libres. En otras palabras: en Haití vivían, por aquel entonces, apenas 12.000 “personas”, ya que los seres humanos de piel negra importados de África como mercancía habían sido situados en lo más bajo de la escala formulada por las teorías racistas evolucionistas, como las del francés Gobineau, considerado el fundador del racismo moderno en el que se basaría luego el nazismo.
Las Antillas vivieron, sin duda con mayor dureza y más largamente que otros países de la América latina, el drama humano de la esclavitud: los “negreros”, como eran denominados los traficantes de esclavos –secuestradores legales de personas, en términos de nuestros días–, amasaron inmensas fortunas. Entre ellos abundaban los españoles: no sólo se lucraron con ese sucio tráfico el renombrado Antonio López y López, marqués de Comillas (protector del insigne poeta catalán Jacint Verdaguer, que pese a su condición de eclesiástico se doblegó a los infames designios de aquel poderoso negociante), y el malagueño Pedro Blanco Fernández de Trava (uno de los “negreros” más activos de la Península), sino otros muchos, y no faltaron a la cita algunas de las grandes familias de la burguesía catalana de la época (los Samà, los Biada, los Forcadé, los Baró y un largo etcétera), algunos de los cuales, o sus descendientes, regresaron a las localidades costeras catalanas de las que eran originarios como “indianos”, después de que en 1898 España perdiera aquellas colonias, e invirtieron parte de sus grandes fortunas, obtenidas como esclavistas y colonialistas –especialmente en Cuba y Puerto Rico– en lujosas y bellas mansiones en las que no faltaba el "toque colonial". Lo mismo hicieron enriquecidos terratenientes de otras partes de España, sobre todo de Cantabria, Asturias y Galicia.
El palacete del “indiano” Salvador
Samà i Torrents, marqués de Marianao
–heredero de una rica familia catalana
establecida en Cuba–, construido en
medio de un extenso parque con un
jardín botánico en las proximidades
de Cambrils (Tarragona).
Samà i Torrents, marqués de Marianao
–heredero de una rica familia catalana
establecida en Cuba–, construido en
medio de un extenso parque con un
jardín botánico en las proximidades
de Cambrils (Tarragona).
(Foto © Jordi Carbonell)
No hay que pasar por alto, además, el legado maldito que dejaron los Estados Unidos en Haití. Ya Thomas Jefferson, entonces presidente del gran “país del norte” y autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776, contrariado por la independización del pequeño Estado caribeño –que los estadounidenses no reconocieron hasta sesenta años más tarde–, la consideró “un mal ejemplo” y afirmó, nada menos, que “había que confinar la peste en aquella isla”, según explica el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su artículo “Haití: la maldición blanca”, publicado en 2004 y reproducido en varios blogs. Tampoco hay que olvidar que en 1915 los marines desembarcaron en Haití y permanecieron allí diecinueve años: “Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. […] El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho”, dice Galeano.
Grabado de 1805 que representa un
patio de la “Maison des esclaves”,
en la isla de Gorée (Senegal), donde
se clasificaban los "indígenas" cazados
antes de embarcarlos rumbo a las
colonias europeas de América.
patio de la “Maison des esclaves”,
en la isla de Gorée (Senegal), donde
se clasificaban los "indígenas" cazados
antes de embarcarlos rumbo a las
colonias europeas de América.
El transeúnte recomienda también un documento estremecedor: la Autobiografía de un esclavo [3], de la que es autor el negro cubano esclavizado Juan Francisco Manzano (La Habana, 1797-1854), “propiedad” primero de la marquesa de Jústiz de Santa Ana, quien lo trató con cierta consideración, y luego de la cruel marquesa de Prado Ameno, cuyo hijo Nicolás –el segundo apellido del cual, Manzano, adoptaría– lo acogió, sin embargo, al darse cuenta de su talento innato, y le dio estudios: Juan Francisco Manzano se convertiría en uno de los primeros y más destacados escritores surgidos de la esclavitud.
El tema da para largo, pues la esclavitud en América y el tráfico de esclavos ha producido abundante y variada bibliografía. Como fuente de primera mano, útil e interesante, puede leerse aquí el “Reglamento de esclavos de 1826” redactado por el capitán general y gobernador de Puerto Rico Miguel de la Torre y Pando, conde de Torrepando.
Este extenso prolegómeno le sirve de excusa al transeúnte para transcribir a continuación el breve pero intenso artículo que publica hoy en el diario El País, de Madrid, el escritor gallego Manuel Rivas. Se refiere al Haití actual, el que ha sobrevivido a duras penas al terremoto del 12 de enero de 2010 que lo destruyó física, económica, social y anímicamente, ahondando en la pobreza endémica de los haitianos y en su esclavitud permanente.
Albert Lázaro-Tinaut
Una haitiana clama al cielo tras el terremoto que devastó el sur
de su país el 12 de enero de 2010. Como consecuencia del sismo
murieron unas 316.000 personas, los heridos superaron
los 350.000 y más de un millón y medio quedaron sin techo.
Desde entonces el país no ha vuelto a levantar cabeza.
(Foto © LOGAN ABASSI/AFP/Getty Images)
de su país el 12 de enero de 2010. Como consecuencia del sismo
murieron unas 316.000 personas, los heridos superaron
los 350.000 y más de un millón y medio quedaron sin techo.
Desde entonces el país no ha vuelto a levantar cabeza.
(Foto © LOGAN ABASSI/AFP/Getty Images)
Haití y Dios
Por Manuel Rivas
Dios está en todas partes, pero en ninguna es tan invocado como en Haití. Las pululantes tap-tap, transportes donde enjambra la gente, pintadas de naíf, parecen tener por destino el valle de Josaphat, pues todos los rótulos tienen un único motivo: pedir el favor de Dios. Entre las ruinas, proliferan iglesias de toda laya y el supermercado espiritual es la vanguardia en la lentísima reconstrucción. Suyos son los altavoces, y ante los campamentos de despojados que ocupan plazas y campos de fútbol, una maleza plástica de arte-povera, los nuevos predicadores retruenan en la noche y venden la banda sonora del apocalipsis. Uno de ellos advierte que en el cielo hay un meteorito justo con el tamaño de Haití. ¡Qué cabrón! Hay siempre un público para estos sermones catastróficos, tal vez porque escasean los paliativos médicos o porque, en el fondo, estos relatos pertenecen al género del cuento, donde el medio es el miedo y la trama real el abandono. James Noël, poeta, me dice que la gente acude por necesidad de un espectáculo. Quizás por eso eligieron un presidente cantante. El otro, después del terremoto, se quedó mudo. En la gran novela de Haití, Gobernadores del rocío, de Jacques Roumain, un personaje dice: "Tus palabras se parecen a la verdad y la verdad tal vez es un pecado". Los Duvalier y compañía desforestaron el país en todos los sentidos. No hay una sola sala de cine. Queda un único diario, Le Nouvelliste. En Haití se cumple la utopía neoliberal y triunfa el capitalismo mágico. Sí, por fin, la Administración casi no existe. Con el 60% de analfabetismo, el 80% de la enseñanza es privada. Al igual que la salud. Recrudecido el cólera, si se marchan los voluntarios internacionales, la mayoría de la población no tendría ninguna asistencia. Tienen razón los haitianos. Debería existir Dios. Y bajar a pelar estas cebollas con la "mano invisible".
(El País, Madrid, 9 de julio de 2011, página 56.)
[1] La independencia supuso también que Haití se convirtiera en el segundo país del mundo –después de Portugal– que abolió la esclavitud (pues aunque también fue abolida de facto en Francia después de la Revolución de 1789 y tras la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, Napoleón la restableció en 1802). Poco se habla, sin embargo, del precio de aquella independización, ya que su reconocimiento por parte del rey francés Carlos X supuso el pago a la antigua colonia, en 1825, de la entonces enorme suma de 150 millones de francos oro (lo que equivaldría hoy a más de 15.20o millones de euros) como indemnización a los antiguos colonos, so pena de “reocupar” militarmente el país. Aquel pago desproporcionado, al que tuvo que ceder el entonces presidente haitiano Jean-Pierre Boyer, dejó al país en un estado de pobreza del que jamás se ha recuperado.
[2] Isabel Allende: La isla bajo el mar. Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 2009. 512 páginas. ISBN: 9788401341939.
[3] Juan Francisco Manzano: Autobiografía de un esclavo. Con una introducción de Ivan A. Schulman. Ediciones Guadarrama, Madrid, 1975. 128 páginas. ISBN: 978-84-250-0186-4.
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33 comentarios:
Un excelente trabajo sobre Haití,
cuentas con una gran documentación,
realizada con interés y propósito.
Me ha encantado leer más sobre los
orígenes, y la dirección, de un país
que ha sufrido mucho en los últimos años. Muy bueno, Albert.
Excelente artículo.
La novela de Isabel Allende retrata la realidad de la esclavitud y vale la pena leerla.Rescata fundamentos históricos valiosos.
Desconocía el escrito de Manuel Rivas.
"Al igual que la salud. Recrudecido el cólera, si se marchan los voluntarios internacionales, la mayoría de la población no tendría ninguna asistencia. Tienen razón los haitianos. Debería existir Dios. Y bajar a pelar estas cebollas con la "mano invisible"."Así es.
El pueblo haitiano ha recibido importante ayuda pero no es suficiente.Su agonía parece interminable.
Sería conveniente difundir esta nota tan bien elaborada para que Haití no quedase en el olvido.
Los medios de comunicación dan a conocer escasa información y su padecimiento ha pasado a un plano secundario.
Encomiable trabajo has realizado.
Un abrazo.
soy yvon velez y le envio un saludo desde Venezuela
haiti siempre ha sido un pais de exclavos, todavia lo es, gracias por este articulo tan solidario
Gracias por tu comentario, J. Maseda. Conviene que Haití no quede en el olvido, pues los países pobres sólo "reaparecen" ante la opinión pública cuando ocurre en ellos alguna catástrofe. Ahora mismo los haitianos se enfrentan a las epidemias, que diezmarán una vez más la población; pero esa nueva catástrofe seguramente pasará inadvertida.
Gracias también a ti, Carmela. Tienes razón en todo lo que dices: el presidente haitiano reconoció públicamente ayer (o anteayer) que la ayuda internacional recibida no se ha distribuido debidamente, lo cual significa que algunos se han enriquecido a costa de los sufrimientos de la población: ésos deberían permanecer entre rejas unos cuantos años, y habría que embargar sus bienes, pero probablemente sean "demasiado poderosos"...
Una de las funciones de los blogs y los medios de información alternativos consiste, precisamente, en divulgar esas situaciones de las que tan poco se habla. Me satisface que te sientas identificada con lo que digo.
Un abrazo también para ti.
Yvon, la esclavitud no consiste sólo en estar sometido a otra persona, que es tu propietaria, sino también a un poder injusto y cruel, y a la pobreza. Eso es lo que he querido dar a entender (no sé si lo he consegido) en este artículo. Me alegra mucho que hayas captado el mensaje.
Un saludo cordial desde Barcelona.
Sí Albert, lo has conseguido totalmente. Me pongo a llorar cuando leo por ahí que la esclavitud fue abolida en Haití en 1803.
Un abrazo!
dejo mis palabras de condolencia por un pais desvastado por el horror en un poema
LAS VOCES DE LAS MARIPOSAS
“aunque me muestre transparente,
me salpica la ciénaga, el abismo,
porque cielo e infierno marchan juntos.”
Elena Caricati Pennella.
Bajo el cielo…
las mariposas
atan su voces
a ras del agua
igual a los gemidos en Haití
atados entre los escombros…
Baten sus alas sobre las tumbas
tan cerca del horror…
Bajo el cielo…
las voces de las mariposas
inaugurarán en su metamorfosis
ojos de niños nuevos
preguntando por Dios.
Anahi Duzevich Bezoz
Los periódicos o los tienen como tema de primer
pagina....todo es como era !!!!
Pobreza, un no -futuro y una eterna esclavitud.
El comercio de las personas y el enriquecimiento
de otras personas.....Europeos de elite.Fortunas
con historias manchadas de sudor y sangre.
Los mismos que se quedaron con partes de Africa.
Acumulando dinero y menospreciando la vida del
negro.Segun algunos,de escala menor !!!!!!!
Un tema que da para mucho.
Saludos, Liliana
me ha gustado mucho tu trabajo sobre haitì, y sabes lo que es peor en Haitì, la incertidumbre de unos habitantes castigados por sus politicos y por la propia naturaleza.
Creo que aùn no sabe hacia donde camina y si las ayudas les llegaran.
un saludo
paco
Gracias, Cesc. Tú y yo sabemos que la esclavitud jamás fue abolida.
Un gran abrazo.
Te agradezco muchísimo ese poema, Anahi.
Saludos cordiales.
En efecto, Liliana, el tema da para mucho, yo sólo lo trato superficialmente, quizá para remover alguna consciencia, ahora que va a cumplirse el aniversario de la tragedia (una más...) de Haití.
Gracias por tu comentario y un saludo cordial también para ti.
Paco, los haitianos han sido castigados por la naturaleza y por la historia, de la que evidentemente forman parte los políticos, algunos tan sanguinarios como Duvalier y su clan familiar. Las ayudas procedentes del extranjero sirven, sobre todo, para llenar los bolsillos de algunos poderosos sin escrúpulos... ¡como siempre!
Conviene que de vez en cuando tengamos un recuerdo para los pueblos desamparados, aunque no sirva para nada, pero al menos para tranquilizar un poco nuestras conciencias de personas que intentamos usar la razón.
Agradezco de veras tu comentario y correspondo a tu saludo.
El mensaje central está clarísimo.Existen muchas y variadas formas de esclavitud.
La miseria, el abandono, las enfermedades y la falta de recursos inmediatos para hacerles frente es otra manera de cruento cautiverio.
Los nuevos brotes de cólera han sido anunciados por médicos sin fronteras pero es evidente la difusión mínima que tiene un tema tan serio.Está en juego la vida de la población que sobrevive en situación de precariedad.
Tal vez el peor de los males actuales sea la insensiblidad y la indolencia .
Es deplorable dejar al pueblo haitiano inmerso en la desesperación víctimas de un destino fatal.Con colaboración de los pueblos y sin corrupción de por medio podría solucionarse.
Hay que insistir.
Un abrazo.
En efecto, Carmela, hay que insistir, y en este sentido te agradezco que insistas en el debate: ojalá que esta pequeñísima contribución tenga más resonancia, pues estoy contigo en que la insensibilidad y la indolencia, junto con la banalidad, forman parte de los males de nuestra sociedad "occidental", acomodada a lo que se da por llamar Primer Mundo (como si los pueblos pobres y olvidados pertenecieran a otro planeta...).
Insistamos: pido a todos mis amigos y conocidos que divulguen este mensaje, de modo que también te lo pido a ti.
Abrazos solidarios.
Acudo al gentil aviso de invitarme a leer y solo puedo decirte, ¡Que blogazo!
Un festín de derroche de talento y un placer leer tan alto nivel de entradas.
Haití bien nos aclaras es la manifestación más visual de la esclavitud, como el optimista patológico que soy pido, la justicia de que algún día fundemos en ésa isla la nueva utopía que tanta falta hace iniciar.
Tu comentario acerca de sitios que se han perdido de tu lista creo lo puedes resolver a través del departamento de blogs de google.
A mí me ocurrió ésta mañana que había perdido mis seguidores, les solicité auxilio, y para la tarde todos habían regresado .
Tengo dos sitios con el mismo nombre http://www.themicrostories.blogspot.com
A los que puedes accesar a través de mi perfil, y por igual colaboro en un blog colectivo llamado El Microrrelatista, donde es muy agradable compartir letras.
Eres muy generoso en tu comentario acerca de mi blog, Carlos, y agradezco sinceramente tus palabras. Que le reconozcan a alguien los esfuerzos que hace siempre infunde nuevos ánimos para continuar.
Es verdad que me esfuerzo no sólo para documentarme bien sobre lo que escribo, sino sobre todo para dar a conocer lugares y personas que suelen quedar al margen en los medios de comunicación. Internet tiene una parte negativa, pero también la positiva, y ésta hay que aprovecharla a fondo.
Leeré con calma tus blogs en cuanto encuentre el tiempo (eso siempre tan escaso) para hacerlo. Por el momento puedo decirte que he echado un vistazo a THEMICROSTORIES (me he unido a sus seguidores) y me han gustado los microrrelatos que he leído (el del planeta nudista es sensacional, muy bueno). Interesante, por otra parte, que sea bilingüe.
Me alegra poder contar con un lector tan culto e interesado como tú.
Un saludo cordial desde las cálidas orillas del Mediterráneo.
El tema de Haiti me subleva!El no derecho de su población al saber más elemental,su miseria,su esclavitud mantenida por un puñado de seres podridos. El colmo fue el terremoto: el mundo entero en estado de shock por la miseria, miseria que se iba a remediar y sigue igual al día de hoy. Un sobrino mio, estudiante en arquitectura, fue el verano pasado para prestar sus servicios. Volvió asqueado por la corrupción reinante.
Perdona mi vehemencia, querido Albert, pero hay temas que me enferman!
Un abrazo,
Lo de Haití subleva a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad, querida Anne. El articulito de Rivas me dio pie a escribir sobre la esclavitud como "instrumento de sumisión" que todavía no ha sido erradicado, sino bien al contrario: nosotros mismos, ahora, somos esclavos del poder económico y financiero, es decir, de unos cuantos ladrones "de categoría".
En Haití, sin embargo, se está cometiendo (con todo el disimulo que se quiera) un auténtico genocidio, y los corruptos que se quedan con las ayudas internacionales deberían podrirse en prisión, pero son siempre gente poderosa, capaz de eludir la justicia (corrupta también).
No has de excusarte por tu vehemencia, al contrario: sé que mi modesta aportación no servirá para nada, pero al menos algunos, si aún no lo sabían, se enterarán de que Haití es uno de los países más desgraciados del mundo. Aunque estoy contra el colonialismo, pienso que quizá si hubiera durado más la dominación francesa ahora Haití no estaría como está: Dessalines también era un impresentable corrupto, y el país tuvo que pagar una fortuna, seguramente toda su riqueza, para que Francia reconociera su independencia. ¡Aquí no se salva nadie! La historia siempre ha sido cruel con los más desvalidos.
Gracias por participar en el debate, por tu espíritu solidario, y un abrazo también para ti.
Hola Albert:
Qué tristemente atinado es el título de esta entrada. Es muy doloroso lo que ocurre desde hace siglos en Haití y, no hay que preguntar a ningún oráculo sobre su futuro, porque al paso que van, como ya lo señalas en este grandioso trabajo las cosas parece que no cambiarán, pese a que existen en el mundo condiciones para salvar a la gente y reconstruir el país. Qué horror que cualquier proyecto que se emprenda deba ser rentable.
Recibe un fuerte abrazo.
Gracias por comentar mi texto, María Eugenia. Soy pesimista en cuanto al futuro de Haití, como el de cualquier otro pueblo que no puede ofrecer recursos (petróleo, por ejemplo) al mundo "desarrollado". Es evidente que la esclavitud y el colonialismo no han desaparecido, de modo que el futuro de los haitianos no puede ser esperanzador. Sin embargo, creo que hay que denunciar esas situaciones, aunque la voz de quien las denuncie sea débil y llegue a pocas personas.
Tú sabes tan bien como yo que el poder suele ser corrupto y sólo acude en ayuda de aquellos que, de manera directa o indirecta, pueden llenar los bolsillos de los "salvadores". ¡Qué triste tener que vivir en un mundo así!
Un abrazo cordial también para ti.
Estimadísimo escritor Albert Lázaro-Tinaud:
Te felicito por tan acucioso artículo que no deja nada al azar. Precisamente el pasado 12 de este mes se cumplió año y medio del devastador sismo, y aún sabemos esa vapuleada tierra desde siempre sufre el peor embate posible en este planeta: la depredación humana, el hombre que "come" hombre sacando provecho de ese espantoso infortunio, el mismísimo infierno.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino.
P.D. Tu escrito merece una relectura lenta. Hay mucho dato nuevo que no sabía y que solo es posible enterarse uno por alguien de tu energía y voluntad para rescatar situaciones en las que el el 2% de la humanidad ni repara en ellas, claro porque el 98% vive sumida en la miseria, enfermedad, convulsión política... El ser humano estando bien hace ojos ciegos a conveniencia, le importa un pito la suerte del mundo, de la mayor parte del mundo.
Disculpa, te puse "d" en tu apellido: Tinaut.
Frank, te agradezco que hayas comentado este texto y la solidaridad que muestras por los pueblos desvalidos, como Haití.
Es cierto, la gente suele mirar hacia otro lado, eso siempre ha ocurrido. Con el tráfico de esclavos sucedía lo mismo, incluso los traficantes eran vistos con respeto porque luego aquellos esclavos aportarían riqueza a los países colonialistas... y los negros eran prácticamente equiparados a los animales: igual que las mulas, los caballos, las vacas, los bueyes, etc., trabajaban y eran "productivos".
Me satisface mucho comprobar, por los comentarios recibidos, que todavía hay personas sensibles que se horrorizan ante los atropellos y las atrocidades: el caso de Haití es paradigmático y muy triste.
Creo que los Estados Unidos, por ejemplo, que no están lejos de allí y sacaron mucho provecho de la isla, deberían "actuar" y, además, controlar el destino de la ayuda para evitar que ésta caiga en manos de gente corrupta. Lo mismo opino de muchos países europeos.
¡Un abrazo cordial, poeta!
Haiti es otra Isla e Pascua, pero a diferencia de ña anterior despoblada cuando terminaron con sus recursos, los haitianos permanecen encarcelados en ella y condenados a un infierno en vida. Los pocos que pasan a la Dominicana son mirados con desprecio por los que allí viven y no se ve otra salida.
Tu artículo me hizo repasar lo que había leído mucho tiempo atrás sobre este no-país. Fueron los primeros y pudieron ser los mejores.A veces lso hombres torcemos las cosas...Saludos.
Haiti, Senegal
http://btaillefer.blogspot.com/
Viajero impresionista: los hombres vivimos en una sociedad injusta y totalmente insolidaria, algunos apegados a unas religiones (lo vemos en el texto de Manuel Rivas, pero lo estamos viendo también todos los días) que sólo buscan "beneficios", y no precisamente espirituales. No es algo nuevo en la historia de la humanidad, sino que es la continuación de esa historia que no evoluciona para bien. Quizá no convenga... El egoísmo, la corrupción y el "arte" de mirar hacia otro lado parecen connaturales al ser humano.
Por eso aquel no-país, como lo denominas, no tiene ninguna esperanza de salir adelante, y lo único que ocurrirá será que las epidemias diezmarán buena parte de la población: al menos esos conseguirán salir del infierno, que no es poco, aunque resulte muy duro decirlo.
Agradezco tu comentario. Saludos también para ti.
Sí, amigo Albert, así como lo planteas, pasa que los gringos no entran a tierras sin valor estratégico o de recursos. Es deplorable el diseño de este sistema económico mundial, liberal y capitalista, para el que las naciones pobres son un estorbo.
Te comparto esta disertación filosófica de nuestro tiempo:
http://www.youtube.com/watch?v=dRu-NASAoUE
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino.
Así es, Frank: la vida es una sucesión de batallas, generalmente escaramuzas pero algunas veces verdaderas contiendas en la que se entrega todo para sobrevivir. Lo peor es que algunos las pierden una tras otra y su vida, al final, no ha sido más que una ilusión, o más bien una pesadilla.
El sistema económico que domina a toda la sociedad en nuestros días es criminal, palabra que debe decirse con todas las letras y que no se ha de obviar jamás. Pero esos crímenes no se juzgarán nunca, de modo que continuarán perpetrándose, a pesar de nuestras denuncias: ELLOS siempre serán más fuertes que nosotros.
No veas pesimismo en estas palabras, es puro realismo, cruel realismo, cruel realidad. Lo sabes muy bien. Ante ciertos panoramas no hay espacio para el optimismo, resultaría hipócrita.
Abrazos, amigo Frank.
Este era uno de los artículos que había querido comentar. Mira, yo vivo al lado. Cuando el terremoto, dediqué casi 6 meses de trabajo full time a tareas de soporte a socorristas y otros trabajadores sociales, principalmente europeos de una organización a la que pertenezco. Full time significó, en lss primeras semanas, muchos días de 14, 16, 24 y hasta 48 horas corridas. Mi trabajo no-voluntario y mi familia fueron virtualmente abandonados... Ni te cuento. No llegué a ir a Haití, pero recibí en mi casa y en mi oficina una serie de delegaciones haitianas desde y hacia la frontera. Desde haitianos que vivían en Europa e iban a ayudar, hasta refugiados, pasando por funcionarios del gobierno residentes en mi país, miembros de ONGs...
¿Está el país y su pueblo en una horrible e injusta condición? Absolutamente. ¿Son corruptos sus gobernantes? Sí. ¿Debe cambiar urgentemente esta situación? Sin duda alguna.
¿A quién le corresponde llevar a cabo este cambio?
Creo que esta es la pregunta fundamental que aún no ha sido adecuadamente respondida, de otra forma, las cosas serían hace tiempo diferentes.
Sé que, como siempre, esto no es "políticamente correcto". Mucha gente piensa por defecto que las cosas "nunca son tan simples"; como si la simplicidad no fuera una virtud, sino algo molestoso que debe barrerse bajo la alfombra.
Me atrevo a asegurar que Haití es uno de los países que más ayuda internacional ha recibido en el mundo en los últimos 2 años. No hay suficiente corrupción en el planeta que pueda hacerla "desaparecer". Lo único que explica, a mis ojos, el círculo vicioso de ayuda-empeoramiento-ayuda-empeoramiento es algo parecido al fenómeno del saco roto. Por fatal que suene.
M, gracias por tu testimonio, que a mí me parece políticamente muy correcto (dejémonos ya de tonterías). Pocas personas, por lo que intuyo, conocen mejor que tú la realidad de Haití, salvo quienes "intervienen" en el proceso de ayuda y, por supuesto, quienes se han desvivido por echar una mano al pueblo de Haití después de la catástrofe. Ni siquiera los propios haitianos son conscientes de su desastrosa situación colectiva... Al final lo explicas muy bien, me parece muy sensato lo que dices del círculo vicioso; sin embargo, me repugna la corrupción, no sólo en Haití, sino en todas partes.
Tu aportación es muy valiosa, y aquí queda para quienes lean en el futuro este post y sus comentarios.
Un saludo y mi respeto por tu solidaridad. Personas como tú son las que permiten creer en un futuro algo esperanzador.
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