28 febrero 2010

Chile, 27 de febrero de 2010

Uno de los cerros de Valparaíso. (© Chilefoto)

A las víctimas de la tragedia
y a mis amigos chilenos.
A la memoria de C. M. A.


El transeúnte ha sentido los pinchazos de largas agujas negras después de que la naturaleza de esta Tierra aún en formación, y en perpetua transformación, sacudiera primero Haití, y hace pocas horas, Chile, país en el que tiene y ha tenido amigos (alguno muy llorado).


Sabe que las palabras no resuelven nada, que el dolor suele ser silencioso y oscuro como la noche. El silencio, sin embargo, se rompió repentinamente en la madrugada de ayer, 27 de febrero de 2010, e hizo que el dolor temblara y el trueno telúrico se escuchara largamente, durante unos instantes infinitos, y resuene todavía en nuestro afligido asombro.


Sabe que los ojos que observan atónitos las imágenes de la tragedia las retendrán como instantáneas indelebles. Y sabe también que, a pesar de todo, el sufrido pueblo chileno continúa en pie y, al igual que otras veces, superará el drama y sus esfuerzos no cejarán hasta que todo vuelva a la aparente normalidad.


Al transeúnte, pues, sólo se le ocurre en estos momentos rendir un humilde homenaje a las gentes que sufren y a las que, tristemente, han dejado de sufrir, y reproducir unos versos del poeta porteño Patricio Bruna Poblete.*

Para todos los chilenos y los amigos del pueblo chileno, pues…


Avalpo


Traspone el cuerpo

Su menguante

Ojo en rojo el sol

Del viaje al gris del sepia

Allí donde siempre es noche

En esa foto

Te entrampó el recuerdo Valparaíso

Te entrampó el recuerdo Valparaíso

Porteños de tu diáspora

Comemos de tu destiempo

Comemos con tu ensalada Light de postales en colores

Comemos abisal carne de inpescado Valparaíso

Comemos abisal carne de inpescado Valparaíso

Porteños de tu diáspora

Bebemos de tu destiempo

Al trago embotante de tu tinto noche
Vino del silencio Valparaíso

Vino del silencio Valparaíso

Puerto que migras y transmigras

De añejo en añejo tu cada aliento nuevo

Pregón del despregón tu manida imagen lugar común

De la lisa repetición artesanos baratos

¡Explotadores de la nostalgia Valparaíso!

¡Explotadores de la nostalgia Valparaíso!

Vendiendo lo que resbala de la cáscara de tu tristeza

Al dejando intacto el cárneo filón de lo que no se puede de ti

Porque tu inasible no - se - seria Valparaíso

Porque tu alma no - se - seria Valparaíso

Fantasma porteño este espacio Valparaíso

Espacio fantasma este porteño Valparaíso

Que va por dentro Valparaíso

Que va por dentro Valparaíso.

Valparaíso.



* El poeta y artista plástico Patricio Bruna Poblete nació en Valparaíso en 1959. Licenciado y maestro en Arte con mención en pintura por la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso, ha participado en múltiples exposiciones nacionales e internacionales. Forma parte del Centro de Investigaciones Poéticas Grupo Casa Azul.


23 febrero 2010

Más sobre el trasiego de muertos

El transeúnte ya se ha referido en esta bitácora (ved aquí) al tétrico trasiego de muertos y a las intenciones (frustradas, hasta ahora) del presidente francés Nicolas Sarkozy de trasladar los despojos de Albert Camus al Panthéon des grands hommes de París con motivo del 50.º aniversario de su muerte. (Fijaos en el matiz machista de la denominación del templo de la grandeur: nadie ha tenido, que se sepa, la idea de cambiarla por la de Panthéon des grandes personnalités, pongamos por caso, una idea seguramente más sensata que la de trasladar allí restos humanos…)

Diversas personas del mundo de la cultura y numerosos medios de comunicación franceses e internacionales se han hecho eco del caso y de las opiniones sobre la conveniencia de tener a Camus entre las celebridades dignas de aquel templo laico y republicano. [1]

Por un lado, Jeanyves Guérin, profesor de la Sorbona y autor del Dictionnaire Albert Camus [2] manifestaba en Le Nouvel Observateur que “Sarkozy es amigo de Bush, Gaddafi, Putin y Berlusconi, y que su política está en las antípodas de los valores y las concepciones que defiende Camus”; y el periodista Michel Soudais consideraba en su blog que la pretensión de Sarkozy no sólo suponía una “profanación obscena”, sino que representaba una herejía hacia un hombre que, en vida, se había mantenido al margen de las “glorias literarias”, había rechazado distinciones y había manifestado su negativa a “dejarse transformar en estatua”.

Por otro lado, el filósofo Raphaël Enthoven se preguntaba en L’Express por qué había que privar a Camus de aquello a que habían tenido derecho Rousseau, Voltaire, Hugo y Zola, y coincidía con el realizador de cine Yann Moix, quien manifestaba en la revista La règle du jeu, quizá con una pizca de ironía, que el Panthéon es “la Academia Francesa de las personas muertas”, y que Camus era “bastante académico” y estaba “bastante muerto como para descansar allí”; y no le bastó esta boutade, sino que añadió que “su obra, grande, bella y noble no contiene dinamita” y que, por tanto, “Camus no es un autor peligroso”.

En medio de este tedioso embrollo se alzaba la voz del líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen, quien acusaba a Sarkozy de electoralismo y aún más: de pretender robar votos a su Frente Nacional apropiándose, con objetivos partidistas, de la figura de Camus.

En estos momentos, la cuestión aún no está resuelta, aunque parece que monsieur Sarkozy está dispuesto a renunciar a su “sueño”, sobre todo porque el hijo de Camus, Jean, hace uso de su “derecho moral” para impedir que los restos del escritor sean desenterrados; su hermana Catherine, en cambio, no ha aludido a este derecho, “se lo está pensando” desde noviembre, y no le parece ni bien ni mal que su padre sea panthéonisé, según manifestó personalmente al presidente de la República.

Ahora, Chopin

Pero hete aquí que la cuestión vuelve a estar de actualidad, ya que monsieur Alain Duault (escritor, musicólogo y animador de programas musicales en la televisión francesa), comisario por parte de Francia del Año Chopin, que se celebra este 2010 en Polonia y Francia con motivo del segundo centenario del nacimiento de uno de los más altos representantes del romanticismo musical, ha propuesto al presidente Sarkozy que los despojos del gran músico polaco de ascendencia francesa, que reposan en el cementerio parisiense de Père Lachaise, sean trasladados con todos los honores al Panthéon des grands hommes.

Monsieur Duault publicó la carta que dirigió al presidente de la República en el número de diciembre de 2009 / enero de 2010 de la revista Classica, y dice entre otras cosas que Chopin sería el primer músico que entraría en el Panthéon, después de que en 2003 fracasara el intento de trasladar allí los despojos de Berlioz; que sería también “un gran gesto europeo”, ya que se trata de un artista a la vez polaco y francés, “compositor de polonesas y de mazurcas de inspiración polaca”, pero también “de valses de inspiración vienesa, de preludios de inspiración alemana, de nocturnos de inspiración irlandesa, de una barcarola de inspiración italiana y de baladas de inspiración francesa”. ¡Un orgullo para la cultura europea! (como si no lo supiéramos…) ¿Qué tendrán que decir los polacos, que conservan como reliquia el corazón del músico en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia?

Y es que el compositor y pianista Fryderyk / Frédéric Chopin (nacido en la localidad de Żelazowa Wola, Mazovia –a unos 50 km de Varsovia– el 1 de marzo de 1810, y muerto en París el 17 de octubre de 1849) ha sido siempre reivindicado, justamente, por Polonia como uno de sus hombres más ilustres, pero también por Francia, por el hecho de ser hijo de un emigrado francés y por haber vivido en París desde la edad de 20 años. Francia, por tanto, se otorga ahora el derecho de acogerlo entre sus celebridades.

Hace seis años, en 2004, ya hubo un intento por parte del entonces presidente francés, Jacques Chirac, de trasladar al Panthéon los despojos de la famosa amante de Chopin, la escritora y feminista Amandine Aurore Lucile Dupin (1804-1876), más conocida por su seudónimo, George Sand, autora, entre otras obras, de Un hiver à Majorque ('Un invierno en Mallorca', 1855), donde relata su estancia, con sus hijos y su amante polaco, en la cartuja mallorquina de Valldemossa durante el invierno de 1838 a 1839. Esta pretensión fue frustrada entonces por la nieta de la escritora, Christiane Smeets-Sand, heredera de su patrimonio, la cual recibió la solidaridad de unos cuantos políticos y de representantes del mundo de la cultura, entre quienes estaba la actriz italiana Claudia Cardinale. Una curiosidad poco conocida: ¡George Sand era descendiente del rey Augusto II de Polonia!

El transeúnte continúa pensando que los muertos, ilustres o no, deben quedar en el recuerdo de quienes los querían y los admiran, y que sus huesos, sus cenizas o sus reliquias no deben mezclarse con los homenajes, y aún menos con ceremonias macabras revestidas de solemnidad. Permitidle que recuerde estos versos de Petrarca:

Passan vostri trionfi e vostre pompe,
Passan le signorie, passan i regni;

Ogni cosa mortal tempo interrompe.
[3]


[1] Podéis leer, por ejemplo, lo que han publicado Michel Soudais en su blog de Politis.fr, Jeanyves Guérin en Le Nouvel Observateur (20.11.2009), Benjamin Ivry en el New Statesman y el diario suizo Le Matin (3.1.2010), aunque en Internet encontraréis muchas más referencias.
[2] Jeanyves Guérin: Dictionnaire Albert Camus, Flammarion, París, 2010, 992 pp.
[3] “Pasan vuestros triunfos y vuestras pompas, / Pasan las señorías, pasan los reinos; / El tiempo interrumpe todo lo que es mortal.”

Imágenes, de arriba abajo:
- Monumento a Chopin en el parque Łazienki de Varsovia, obra realizada en París, en 1908, por el escultor y pintor modernista polaco Wacław Szymanowski (1859-1930). (Foto © Jaime Silva / flckr.)
- El Panthéon des grands hommes, en el Barrio Latino de París.
(Foto © BLOC.com)
- La tumba de Chopin en el cementerio de Père Lachaise de París.
(Foto © Wikimedia Commons.)
- Retrato inacabado de Chopin pintado por Eugène Delacroix en París en el año 1838. (© Museo del Louvre, París.)
- Retrato de George Sand por Auguste Charpentier (1838). (© Musée Carnavalet, París.)

Clicad sobre las imágenes para ampliarlas.
(17.12.2009)

Traducción del catalán: Carlos Vitale.

10 febrero 2010

Flashes: Civitavecchia

¿Unos centímetros más para aparcar?

Civitavecchia es una ciudad italiana de 52.000 habitantes, a orillas del mar Tirreno, que forma parte administrativamente de la provincia de Roma, en el Lacio, y es, de hecho, el puerto de la capital italiana, de la que dista unos 65 km.

De origen etrusco, fue denominada Centumcellae por los romanos, pero sus pobladores le dieron el nombre de Civitas Vetula cuando la reconstruyeron, en el siglo IX, después de que fuera tomada y saqueada por los sarracenos. Desde entonces y hasta la unificación de Italia (1870) formó parte de los Estados Pontificios, y adquirió el rango de ciudad en 1693.

Destruida por los bombardeos aliados durante la segunda guerra mundial y reconstruida tras el conflicto bélico, Civitavecchia conserva escasos restos de su pasado. Entre éstos destaca, sin duda, el Forte Michelangelo, levantado entre 1508 y 1537 en la zona portuaria, cuyo torreón principal fue proyectado, según la tradición (no confirmada), por el polifacético Miguel Ángel (el célebre escultor, pintor, arquitecto y poeta renacentista Michelangelo Buonarroti, 1475-1564). También se conservan algunos lienzos de las murallas medievales y varias iglesias, entre las que sobresale la catedral barroca de San Francisco, encarada al mar, cuya construcción se terminó en 1782; devastada por los bombardeos en 1943, fue reconstruida en 1950.

El escritor francés Stendhal (Marie-Henri Beyle) fue cónsul de Francia en Civitavecchia durante un breve período de su vida, en la década de 1830.

La actividad económica de Civitavecchia gira alrededor de su importante puerto mercante y de viajeros, y de dos polémicas centrales termoeléctricas. Algunos barrios de la ciudad, sobre todo los más alejados del frente marítimo, se degradaron notablemente en el último tercio del siglo XX.

Fotografía: © Albert Lázaro-Tinaut (clicad sobre ella para ampliarla).

04 febrero 2010

Reivindicación de Arvo Pärt en su 75.º aniversario

El transeúnte, que es amante de la música pero, lamentablemente, no tiene suficientes conocimientos musicales, encuentra en el blog Controfagotto del crítico y musicólogo italiano Aldo Lastella un artículo que le parece interesante porque reivindica la obra del compositor estonio Arvo Pärt. He aquí la traducción de un fragmento:

Si hay un gran mérito por el que debemos dar las gracias al compositor estonio Arvo Pärt es el de haber construido y marcado un nuevo camino para la música del siglo XX, un camino que ha conducido en muchos sentidos a la reconciliación entre el público –por lo menos, una determinada parte del público– y la música de su tiempo. El hecho de haber conseguido recuperar la tonalidad, volviendo, por tanto, a la estructura lingüística que dominó la música occidental durante un milenio, sin proponerse una retrocesión, sino, al contrario, encontrando una manera de conjugar tradición y modernidad, ha sido una especie de cuadratura del círculo para nuestros tiempos. Gracias, también, al sello ECM, que creyó en Pärt y lo ha promocionado sin reticencias, se puede decir tranquilamente que el maestro estonio se ha convertido en el compositor contemporáneo más conocido y apreciado –superado, quizá, únicamente por Philip Glass
, incluso entre los sectores de público que huyen de los sonidos de la contemporaneidad como de la peste.

Esto se ha visto también con motivo de la serie de conciertos-homenaje que tienen lugar ahora mismo en Roma. Que una sala de más de dos mil butacas esté repleta para un concierto con músicas de un autor no nacido en las postrimerías del siglo XVIII me parece una singularidad que debe saludarse con optimismo. Pero, ¿qué tiene la música de Arvo Pärt para que geste tanto? No soy un gran apasionado de las composiciones de este tímido y esquivo señor de 75 años y me lo preguntaba a mí mismo mientras iba hacia el concierto. Al llegar a la sala, encontré a un amigo que había asistido a los ensayos. “¿Cómo es esta música?”, le pregunté. Una pequeña pausa: “Relajante”, me respondió sonriendo. Pues quizá sea eso lo que gusta, una especie de antídoto contra una manera de entender la modernidad: vida plena, asociada a algo y a alguien, mente ocupada.


También merece la pena, para
conocer mejor a este músico, leer lo que dice, muy llanamente, sobre Pärt el musicólogo mallorquín Antoni Pizà (Felanitx, 1962) en el capítulo “Les consolacions d’Arvo Pärt” de su libro El doble silenci. Reflexions sobre música i músics* (página 195):

Quienes busquen consuelo y sosiego en la música ahora también pueden contar con las obras del compositor Arvo Pärt. Su vocabulario musical se basa en nociones tan antiguas como la humanidad misma: sencillez y sobriedad estilística rociada con unas gotas de religiosidad. Nacido en un pueblo de Estonia en tiempos de la Unión Soviética, en 1935, las experiencias de su primera formación tuvieron un peso decisivo en su evolución como compositor. Como reacción a la doctrina comunista oficial, que obligaba a los compositores a escribir música para el pueblo, Pärt se decantó por la vanguardia occidental pasando con facilidad del dodecafonismo de Arnold Schönberg a los happenings influidos por John Cage. Pero muy pronto el compositor se desengañó de estos lenguajes excesivamente intelectuales y elitistas de los años sesenta y setenta, y se decantó rápidamente por un estilo extremadamente sobrio, sencillísimo y sobre todo muy lento. Pärt denominó a este nuevo lenguaje musical tintinnabula, o sea, etimológicamente, “sonidos de campanas”.

En 1977 estrenó Tabula rasa y su título no podía ser más explícito. La pieza es efectivamente un tablón o una tabla totalmente plana donde no pasa nada. La música, en vez de evolucionar, narrar, moverse o desarrollarse, es totalmente estática, inmóvil, estacionaria o quieta. Precisamente porque la música es estática (sin movimiento) es también extática como un raga de la India que, mediante la repetición de sonidos obsesivos, nos transporta más allá de las limitaciones del cuerpo. Aunque esta pieza no tenga un contenido religioso directo, nace de armonías ascéticas y tonos contemplativos. Con cierta insolencia y obstinación, la pieza no se mueve del acorde de re menor. Casi nada.


El transeúnte ha seguido la trayectoria musical de Arvo Pärt, y ha afirmado más de una vez que se había cansado de él, que encontraba sus composiciones excesivamente repetitivas, ancladas en un estilo neoclásico demasiado obstinado –fruto de su estudio profundo de la polifonía renacentista– y en la tradición religiosa –en la cual tiene mucho que ver su pasión por el canto gregoriano y la música eclesiástica ortodoxa–, unas características que él mismo había elegido como vehículos de su expresión artística. Pero la nota de Aldo Lastella lo hace reflexionar, porque sitúa al músico en un contexto diferente, más abierto y más lúcido del que el transeúnte imaginaba. Y reconoce que, antes de ponerse a escribir este artículo, ha escuchado de nuevo, largamente, la música de Pärt y la ha disfrutado más que antes… o quizá de otra manera.

El 75.º aniversario de su nacimiento (Paide, Estonia central, 11 de septiembre de 1935) ha hecho que la figura de Arvo Pärt sea estudiada este año en diversos foros, como la Universidad de Boston, que ha organizado para el próximo mes de marzo de una conferencia (“Arvo Pärt and Contemporary Spirituality Conference”), que debe servir para experimentar sobre su música a partir de un estudio analítico y del desarrollo interdisciplinario de las metodologías que ha utilizado el compositor teniendo en cuenta, entre otras, esta vertiente “teológica” de algunas de sus composiciones y también al hecho que apunta Aldo Lastella: el cierre de la grieta que se ha interpuesto hasta ahora entre académicos y creadores e intérpretes, para acercar la música al mayor número posible de personas, es decir, a un público amplio.


El transeúnte deja enlaces a tres de sus piezas preferidas de Pärt, Fratres (1976, adaptación para violonchelo y piano), Spiegel im Spiegel (1978) y la “Oda IV” del Kanon Pokajanen (composición para coro, de 1997, basada en un himno ortodoxo de origen griego del siglo VIII, cuyo comienzo os recordará, sin duda, la cantata Carmina Burana de Carl Orff).

*Antoni Pizà: El doble silenci. Reflexions sobre música i músics. Edicions Documenta Balear, Palma de Mallorca, 2003.

Ilustraciones (de arriba abajo):

- Retrato de Arvo Pärt, por la pintora estonia Nelly Drell.
-
Arvo Pärt (ilustración de Julian Kulpa).
- Arvo Pärt con el célebre director de orquesta estonio Neeme Järvi

(© Eesti Teatri–ja Muusikamuuseum, Tallinn).


Traducción del catalán: Carlos Vitale.